El joven actor político en América Latina: un análisis de política y juventudes en Argentina, Chile y Uruguay
Palavras-chave:
Política, Juventudes, Politización, Latinoamérica, Espacio públicoResumo
Este trabajo propone un análisis del proceso de politización de la juventud latinoamericanadurante el siglo xx. El objetivo principal es dar cuenta de cómo se construyóese actor político joven, indagar cómo son sus prácticas y de qué manera se insertóen el mundo político. Para ello analizaremos algunos factores que nos permitiríaninterpretar el involucramiento de los jóvenes en la política, tanto las acciones quellevaron adelante como el contexto histórico en que las pusieron en práctica.Entendemos que las diferentes coyunturas políticas y sociales influyen y determinanla conformación de colectivos jóvenes que intervienen en la disputa política, perotambién cada una de ellas establece un conjunto de acciones que difieren según eltiempo y el espacio, y determinan la capacidad “agencial” de las juventudes.Para llevar adelante este trabajo tomaremos tres casos históricos: 1) la reforma universitariade 1918 en Argentina; 2) las protestas estudiantiles de 1968 en Uruguay; y3) el movimiento estudiantil Pingüino de 2006 en Chile.Downloads
Referências
Juan Carlos Portantiero, Estudiantes y política en América Latina: el proceso de la reforma universitaria (1918-1938) (México, DF: Siglo XXI, 1978).
Sofia Donoso, “Auge y caída del movimiento pingüino del año 2006” (documento de trabajo n.º 14, Universidad de Desarrollo de Chile, mayo de 2011); Sofia Donoso, “Dynamic of change in Chile: Explaining the Emergence of the 2006 Pingüino Movement”, Journal of Latin American Studies 45, n.º 1 (marzo 2013): 1-29.
Vania Markarian, El 68 uruguayo: El movimiento estudiantil entre bombas, molotov y música beat (Buenos Aires, AR: Universidad de Quilmes, 2012).
Cuando hacemos referencia a “política”, pensamos en el sentido “amplio” del término. De esta manera, dicho concepto involucra un conjunto de acciones o repertorios de acción que lleva adelante la juventud, cuya participación puede o no estar institucionalizada, y tiene el objetivo de modificar ciertos aspectos de la sociedad. Por tanto, política no debe ser entendida solo como una acción dentro de una institución u orden específico, sino como un instrumento de cambioo transformación. Andrea Bonvillani et al., “Juventud y política en la Argentina (1968-2008): Hacia la construcción de un estado del arte”, Revista argentina de sociología 6, n.º 11 (nov.-dic. 2008): 44-73.
Existe un sinnúmero de trabajos e investigaciones que dan cuenta de cómo el proceso neoliberal en América Latina no solo generó un modelo social que expulsó a los jóvenes de sus viejos espacios de socialización (principalmente los ligados al mundo del trabajo y la educación), sino que, al mismo tiempo, llevó a la creación de nuevos espacios (como el barrio). Esto demuestra que la socialización se crea en los espacios de participación en los cuales los jóvenes se integran. Por tal motivo, utilizaremos el caso de la educación como un mero ejemplo.
Según Kriger, la politización puede ser entendida como “un proceso psicosocial, individual y colectivo, intra e intersubjetivo, en el cual se articulan múltiples dimensiones […] en las que se significa y actualiza la vida en común de una sociedad”. Miriam Kriger, “Politización juvenil en las naciones contemporáneas: El caso argentino”, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud 12, n.º 2 (jul.-dic. 2014): 588.
La democracia estaba ligada, principalmente, al ejercicio del voto secreto que tuvo su foco de lucha en la Revolución del Parque de 1890 contra el régimen oligárquico.
Ricardo Falcon, “Introducción”, en Nueva Historia Argentina: Democracia, conflicto social y renovación de ideas (1916 -1930), tomo 6, dir. de Ricardo Falcon (Buenos Aires, AR: Editorial Sudamericana, 2000).
Es necesario entender que estamos haciendo alusión a sectores medios acomodados, principalmente comerciantes y profesionales, que se veían beneficiados por los efectos del modelo agroexportador y la expansión de las ciudades intermedias.
Ana Virginia Persello, “Los gobiernos radicales: debate institucional y práctica política”, en Falcon, Nueva Historia Argentina, 59-100.
El resultado de esa contienda bélica terminó con la destitución de Inglaterra como centro de la política global e instauró a Estados Unidos como nueva potencia y centro geopolítico mundial.
Si bien en 1910 se había consagrado la Revolución Mexicana, el impacto de la Revolución Rusa fue aún superior.
Recordemos que en 1901 se creó la Federación Obrera Argentina (FOA), que se constituyó como la primera central obrera del país, marcada por una fuerte tendencia de las corrientes anarquistas y una metodología de lucha ligada a la huelga general.
En 1908 ya se había creado la Federación Universitaria de Buenos Aires, uno de los principales centros de estudiantes y con tintes claramente gremialistas. Y, al mismo tiempo, se había realizado un gran número de congresos internacionales de estudiantes. Hugo Biagini, La reforma universitaria: Antecedentes y consecuencias (Buenos Aires, AR: Leviatán, 2000).
Este modelo estaba centrado en la exportación de productos agrícola-ganaderos e importación de productos manufacturados. Las exigencias del modelo llevaron al desarrollo del ferrocarril, que permitió el traslado de los productos agropecuarios a los puertos para ser exportados y la industria frigorífica; ambos aspectos favorecieron el crecimiento de las ciudades intermedias y el aumento de las poblaciones urbanas.
Portantiero, Estudiantes y política en América Latina.
El proceso de socialización comenzó con la discusión entre los estudiantes en torno a sus necesidades dentro de un contexto de cambio y a las acciones que se iban a poner en marcha a fin de alcanzar sus objetivos. Este mismo proceso de lucha creó y recreó el espacio de socialización.
Antony Giddens, Las nuevas reglas del método sociológico (Buenos Aires, AR: Amorrortu, 2012).
Karl Mannheim, “El problema de las generaciones”, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, n.º 62 (1993): 193-244. A los fines de este trabajo retomamos el análisis de Mannheim, y entendemos el término “generación” como un grupo social que comparte un mismo tiempo histórico, con condiciones sociales y políticas que determinan su existencia social y no solo una cercanía etaria. En este sentido, es pertinente entender las generaciones como dimensiones de análisis.
Martin Bergel y Ricardo Martínez Mazzola, “América Latina como práctica: modos de sociabilidad intelectual de los reformistas universitarios”, en Historia de los intelectuales en América Latina I: Los avatares de la “ciudad letrada” en el siglo xx, dir. de Carlos Altamirano (Buenos Aires, AR: Katz, 2012), 133.
Portantiero (Estudiantes y política en América Latina) da cuenta de otros procesos reformistas, como el de Perú y Chile; aunque también rescata la rebelión juvenil de la década de los treinta en Brasil, donde el espacio de socialización joven no fue la universidad sino el ejército, pero los objetivos son similares a la juventud universitaria, una reforma democrática. Esto nos permite entender que el proceso de 1918, en Argentina, se fue extendiendo por más de una década en toda América Latina.
Bergel y Martínez Mazzola, “América Latina como práctica”, Altamirano, Historia de los intelectuales, 128.
Portantiero, Estudiantes y política en América Latina.
Ibíd.
Markarian, El 68 uruguayo.
Eduardo Rey Tristán, “Movilización estudiantil e izquierda revolucionaria en el Uruguay (1968-1973”, Revista Complutense de Historia de América 28 (enero 2002): 185-209. Rey Tristán remarca el fuerte vínculo que existe entre los partidos de izquierda uruguayos y la dirección de Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), lo que denota un principio de socialización política de los jóvenes estudiantes que ya formaban parte de diferentes estructuras político-partidarias catalogadas como subversivas.
Ibíd.
Markarian, El 68 uruguayo.
Ibíd., 53.
Ibíd., 190.
Tal es el caso del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
Sobre este tema, véase: Xavier Vigna et al., Cuando los obreros y estudiantes desafiaron al poder (Buenos Aires, AR: Ediciones IPS, 2008).
María Pastore, La utopía revolucionaria de los años ’60 (Buenos Aires, AR: Ediciones del Signo, 2010).
Victoria Langland, “Entre bombas y bombones”, Revista de Estudios Sociales, n.º 33 (agosto 2009): 55-60.
Paco I. Taibo II, ’68: El otoño mexicano de la masacre de Tlatelolco (México, DF: Planeta, 2008).
Ibíd.
Ibíd., 35.
Donoso, “Dynamic of change in Chile”, 1-29.
Como describe Donoso, el Movimiento Pingüino surge a partir de las primeras movilizaciones donde se le exigió al gobierno la gratuidad de la prueba de selección universitaria; sin embargo, el aumento sustancial de la participación en las distintas protestas llevó a extender las exigencias de igualación de oportunidades de acceso educativo más allá del sector social de pertenencia, hasta que, finalmente, llevó a solicitar una reforma general educativa contra la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza de 1990, la cual se dio en 2009. Es decir, la demanda se convierte en un derecho exigible y la protesta se trasforma en un acontecimiento legítimo, sobre todo si se considera que el gobierno de la concertación, que gobierna Chile desde 1990, postula entre unos de sus pilares terminar con la desigualdad (ibíd.).
Ibíd.
Por ejemplo, Evo Morales, en Bolivia; Hugo Chávez, en Venezuela; Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil; Rafael Correa, en Ecuador.
Marcelo Gómez, “Las experiencias de gobiernos populares latinoamericanos: legados, promesas y acechanzas”, en German Pérez, Oscar Aelo y Gustavo Salerno, eds., Todo aquel fulgor: La política argentina después del neoliberalismo (Buenos Aires, AR: Nueva Trilce, 2011), 27-38.
Donoso, “Dynamic of change in Chile”, 1-29.
Ibíd.
Ibíd., 34.
Peter Winn, Tejedores de la Revolución: Los trabajadores de Yarur y la vía chilena al socialismo (Santiago, CL: LOM, 2005).
Mencionamos la fábrica, pero podría estar vinculado a cualquier espacio laboral. La intención es marcar la diferencia entre aquellos jóvenes que, por condiciones sociales o coyunturales, no pueden acceder a espacios educativos y se ven obligados a generar ingresos; por tal motivo hay una pronta incorporación al mercado de trabajo.
Winn, Tejedores de la revolución.
Laura Kropff, “Los jóvenes mapuches en Argentina: entre el circuito punk y las recuperaciones de tierras”, Revista Alteridades 42 (2011). El trabajo de Kropff se centra en grupos de jóvenes mapuches de la ciudad de San Carlos de Bariloche y de la comunidad Mariano Epulef del paraje Anecón Chico, provincia de Río Negro.
No obstante, es interesante pensar que la lucha política de la juventud mapuche supera los propios límites de sus demandas; directa o indirectamente está reivindicando su condición de joven y de mapuche.
Kropff, “Los jóvenes mapuches en Argentina”, 77-89.
Mariana Chaves, “Juventud negada y negativizada: representaciones y formaciones discursivas vigentes en la Argentina contemporánea”, Última Década 13, n.º 23 (diciembre 2005): 9-32.
González Cangas retoma y pone en discusión la idea de la juventud como un período de “moratoria” desde la perspectiva de Erik Erikson. Desde ese punto de vista, el joven se encuentra en un espacio (construido culturalmente) donde adquiere la experiencia para convertirse en adulto. Al igual que las características que construyen la representación (y los discursos) acerca del ser joven, la condición de la juventud como una “moratoria” es por lo pronto estigmatizante y se contradice con los ejemplos del accionar político juvenil que hemos descripto. Yanko González Cangas, “Juventudes Rurales: trayectorias teóricas y dilemas identitarios”, Nueva Antropología 19, n.º 63 (octubre 2003).
Camila Cárdenas Neira, “(In)visibilización juvenil: acerca de las posibilidades de las y los jóvenes en la historia reciente del país”, Última Década 19, n.º 35 (diciembre 2011): 11-31.
Bonvillani et al., “Juventud y política en la Argentina”, 44-73.
Víctor Muñoz Tamayo, “Juventud y política en Chile. Hacia un enfoque generacional”, Última Década 19, n.º 35 (diciembre 2011): 113-141.57 En este sentido, el criterio de autoridad no solo debe ser entendido como un sujeto sino como una institución.