A existência de Deus como fundamento da ética de Immanuel Kant: Uma na Antropologização?

Autores

  • Alberto F. Roldán Instituto Teológico Fiet Buenos Aires, Argentina

DOI:

https://doi.org/10.56487/enfoques.v36i2.1194

Palavras-chave:

Kant – Existência de Deus – Fundamentação teórica – Ética

Resumo

Neste artigo, Alberto F. Roldán analisa a existência de Deus, apresentada por Immanuel Kant, como a base da ética. O trabalho está especialmente focado na Crítica da
Razão Prática, fundamento da metafísica dos costumes e prolegômenos a toda metafísica do futuro. Os eixos de análise do autor residem na forma como Kant defende a
importância do postulado da existência de Deus como único fundamento possível
da ética cujos elementos centrais são a moralidade e a felicidade, para alcançar o bem
supremo, que o filósofo alemão identifica com o reino de Deus. Em sua avaliação da
abordagem kantiana, o autor admite que embora Kant afirme a existência de Deus,
essa ênfase só é relevante para o campo da moralidade, uma vez que Deus, a liberdade
e a imortalidade não têm realidade objetiva e só podem ser postuladas como necessárias a partir da razão prática. Em suas conclusões, Roland reconhece o esforço de
Kant em afirmar a existência de Deus, embora o filósofo alemão diga que não podem
ser feitas afirmações firmes e sólidas sobre Deus. A conclusão é que Kant, em sua
abordagem metafísica, reduz Deus a um mero conceito prático, ético e individual e,
dessa forma, resulta em uma antropologização de Deus.

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Referências

Felipe Jacobo Spener, Pia desideria, o sincero deseo de un mejoramiento agradable a Dios de la verdadera Iglesia evangélica junto con algunas propuestas cristianas simples tendientes a ello, trad. por René Krüger y Daniel Beros (Buenos Aires: Instituto Universitario Isedet, 2007).

Datos tomados de Joan Solé, El giro copernicano en la filosofía (Buenos Aies: EMSE EDAPP, 2015), 33-35. Para más información sobre la vida de Kant, ver Roberto Aramayo, Immanuel Kant: la utopía moral como emancipación del azar (Madrid: EDAF, 2001), 15-20; y Ernst Cassirer, Kant, vida y doctrina, trad. por Wenceslado Roces (México: FCE, 1948). Paul Tillich, teólogo y filósofo luterano, considera a Kant como el destructor de la teología de la Ilustración y, citando a Julio Kaftan, teólogo sistemático de la Universidad de Berlín, afirma que así como para la Iglesia ortodoxa el filósofo es Platón y para la Iglesia católica es Aristóteles, Kant es el filósofo del protestantismo. Paul Tillich, Pensamietno cristiano y cultura en Occidente, vol. ii, trad. por María Teresa La Valle (Buenos Aires: La Aurora, 1977), 382-383.

Immanuel Kant, Crítica de la razón práctica, 14.a ed., trad. por Francisco Larroyo (México: Editorial Porrúa, 2004), 201 (cursivas originales).

Ibid. (cursivas originales).

Ibid., 202.

Ibid., 203.

Ibid., 203-204. Para un análisis del concepto kantiano del reino de Dios, ver Alberto F. Roldán, “El concepto kantiano del reino de Dios”, La religión dentro de los límites de la mera razón, Atenas y Jerusalén: filosofía y teología en la mediación hermenéutica (Lima: Ediciones Puma, 2015), 41-50.

Adela Cortina comenta que la expresión “comunidad ética” que utiliza Kant en La religión dentro de los límites de la mera razón es una expresión poco usada en la filosofía moral. Y se.ala que la diferencia que hace Kant entre Estado civil y Estado ético es heredera de la tradición de San Agustín que retoma Martín Lutero y se condensa en la idea de los “dos reinos”. Agrega que tal herencia se podría explicar a partir de que Kant fue educado dentro del pietismo alemán que surge en el luteranismo del siglo xvii. Adela Cortina, Alianza y contrato: política, ética y religión, 2.a ed. (Madrid: Trotta, 2005), 111.

Kant, Crítica de la razón práctica, 205-206.

Se recodará que Kant divide la realidad en lo noumenal (la “cosa es sí”) y lo fenoménico, que pertenece a la realidad sensible. Así lo explica Ramón Xirau, en Introducción a la historia de la filosofía (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2005), 317 (cursivas originales): “… un fenómeno es una realdad sensible, un hecho de la experiencia percibida. Los fenómenos no son para Kant cosas sino las representaciones que la conciencia se hace de las cosas. Los noumenos en cambio son, precisamente, cosas o, para decirlo en términos kantianos cosas en sí, y en términos clásicos, esencias”.

Kant, Crítica de la razón práctica, 209 (cursivas originales).

Ibid., 211.

Ibid., 212 (cursivas originales). Vial Larraín resume en un párrafo la trayectoria histórica de la metafísica desde Kant, que luego siguió con Hegel y su “fenomenología”, para derivar luego en Husserl. Mientras Heidegger anuncia la “superación de la metafísica”, los positivistas de Viena (Carnap) o de Oxford (Ayer) hablan de una filosofía “antimetafísica” y los neomarxistas como Habermas y los posmodernos como Lyotard hablan de que ya estamos en una época “posmetafísica”. Juan de Dios Vial Larraín, Razón de existir. ¿Cuál es el fundamento de la filosofía? (Santiago de Chile: Pontificia Universidad Católica de Chile, 2013), 105.

Kant, Crítica de la razón práctica, 213 (cursivas originales).

ágnes Heller, Crítica de la Ilustración, trad. por Gustau Mu.óz (Barcelona: Península, 1991), 75.

José Alvarado e Ineida Machado, “La idea de Dios y las preguntas de la razón pura”, La Colmena, 96, acceso el 8 de abril de 2023,https://lacolmena.uaemex.mx/article/view/6994.

Immanuel Kant, Prolegómenos a toda metafísica del futuro, trad. por Julián Besteiro y A. Sánchez Rivero (Buenos Aires: Losada, 2005), 139-140.

Jaime Ricardo Reyes Calderón, en “Kant y Dios: pruebas, postulados y religión”, Revista Albertus Magnus 6, n.o 1. (2015), 122, explica: “La metafísica tradicional desarrollaba los noúmenos (Alma, Mundo y Dios) como objetos desde los cuales se enunciaban verdades irrestrictas, evidentes e incuestionables. Pero en Kant pierden legitimidad como conocimiento científico pues la ciencia sólo trata de lo experiencial, lo fenoménico, lo percibible en el espacio y el tiempo, lo susceptible de ser transformado en una fórmula que modifica las entidades naturales de forma causal. Lo metafísico no es pertinencia del conocimiento científico”.

Prolegómenos, 167. En su tesis doctoral sobre Kant, Marcos Thisted, en Kant y la metafísica crítica: circa 1792-1795; análisis de los progresos de la metafísica (Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, 2015), 220 (cursivas originales), sostiene: “Contra la hipótesis de que la verdadera metaphysica specialis fuera aquella que corresponde a la filosofía leibnizo-wolffiana, se muestra el carácter aparente y vacío de ésta y se muestra también el fundamento de su esterilidad en el conocimiento de lo suprasensible; al mismo tiempo, se expone cuál es el único posible progreso real de la razón pura en la metafísica propiamente dicha: aquél que se fundamenta en la libertad práctica del hombre”.

Julián González Torres, “El problema de Dios en la filosofía de Kant”, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, 104 (2005): 269-314, acceso el 10 de abril de 2024, el_problema_de_dios_en_la_filosofia_de_kant.pdf (cursivas originales).

La distinción entre razón pura y razón práctica le permite a Kant afirmar la existencia de Dios, pero solo como un ejercicio de la razón práctica, ya que, tal como dice Sebastián García Navarro, en En torno al problema de Dios en Kant, 161, acceso el 27 de mayo de 2024, https://raco.cat/index.php/Convivium/article/view/76256/99326-1-10-20080121.pdf. “… desde la razón pura especulativa, KANT no admite ninguna posibilidad real de Dios; desde el campo de la razón práctica Dios ya no sólo es posible sino real, y a esto se llega a partir de la libertad, que nos abre a un mundo inteligible nuevo y ue dispara al hombre hacia una finalidad moral”. Por su parte, Paul Lehmann entiende que, en su intento por superar la brecha entre la razón práctica y Dios, el filósofo alemán termina por reducirlo a un mero dato de la misma conciencia moral. Ethics in a Christian context (New York and Evanston: Harper & Row, 1963), 195.

Tan importante es la existencia de Dios y del alma en el planteo de Kant, que Gilles Deleuze, en La filosofía crítica de Kant, 3.a ed., trad. por Marco Aurelio Galmarini (Madrid: Cátedra, 1997), 77, subraya que la conexión de la felicidad con la virtud no puede ser inmediata, sino por intermedio de un autor inteligible de la naturaleza sensible o de una causa moral del mundo (Dios). De esta manera, las ideas del alma y de Dios son las condiciones necesarias para que el objeto de la razón práctica se ponga a sí mismo como posible y realizable.

Se trata de una nueva metafísica, que supere la concepción clásica a la que considera “sutilizadora” y “superflua” y, de ninguna manera, “ciencia”. Ver Immanuel Kant, Prolegómenos a toda metafísica del futuro, 156.

Martín Heidegger se.ala:“El origen fundamental de la fundamentación de la metafísica es la razón humana, y en el centro de la problemática de la fundamentación está, como lo más esencial, precisamente el carácter humano de la razón, es decir, su carácter finito”. Kant y el problema de la metafísica, trad. por Gred Ibscher Roth (Madrid: Biblioteca Nacional, 2002), 30. La fuerza argumentativa de Kant y su modo de hacer filosofía es ponderada por Deleuze en estos términos: “Un gran filósofo es alguien que inventa conceptos, en el caso de Kant, en esa bruma, funciona una especie de máquina de pensar, una especie de creación de conceptos que es propiamente pavorosa”. Gilles Deleuze, Cuatro lecciones sobre Kant, versión electrónica, Internet Archive, p. 2, acceso el 11 de abril de 2024, https://archive.org/details/cuatro-lecciones-sobre-kant-gilles-deleuze.

Hebreos 1,1.

Luis Romera, El hombre ante el misterio de Dios (Madrid: Presencia, 2008), 73. También Pannenberg entiende que Kant antropologiza las funciones metafísicas de Dios, ya que en su concepción de la majestad de Dios como creador del mundo, el filósofo alemán cargó todo el acento en la finitud de la razón y las formas de conocimiento. Wolhart Pannenberg, en Una historia de la filosofía desde la idea de Dios, trad. por Rafael Fernández de Mururi Duque (Salamanca: Sígueme, 2001), 212, explica: “Este acentuar la distancia que separa a Dios de las criaturas —y, en particular de la razón humana—, explica que Kant insistiera cada vez con mayor energía en el lazo que mantiene sujeta la actividad racional a los datos que le presentan las impresiones de los sentidos, predisponiéndolo a los argumentos característicos del empirismo y, en especial, a la critica gnoseológica de David Hume”. En cuanto a Karl Barth, según interpreta Roger Mehl en La teología protestante, trad. por Teresa Rubio de M. Retortillo (Madrid: Taurus, 1969), 103, si bien se alegra por las conclusiones de Kant en cuanto a que la metafísica solo puede ser tema a criticar, “estima que pos Christum sólo podremos buscar a la verdad última sobre Dios y nosotros en el Evangelio y condena con vigor el método de correlación entre religión bíblica y ontología que practica Paul Tillich” (cursivas originales).

Alasdair Macintyre, Historia de la ética, trad. por Roberto Juan Walton (Buenos Aires: Paidós, 1970), 189.

Ibid. Esto es lo que dice el propio Kant: “El mismo Santo del Evangelio tiene que ser comparado ante todo con nuestro ideal de la perfección moral antes de que le reconozcamos como lo que es”. Fundamentación de la metafísica de las costumbres, trad. por Francisco Arroyo (México: Editorial Porrúa, 2004), 33.

Publicado

2024-12-30

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