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La base metafórica-conceptual del sujeto en Michel Foucault. Una perspectiva cognitivista

The Metaphorical-Conceptual Base of the Subject in Michel Foulcault. A Cognitive Perspective

A base metafórico-conceitual do sujeito em Michel Foucault

Araceli Alemán
Universidad del Salvador, Argentina

La base metafórica-conceptual del sujeto en Michel Foucault. Una perspectiva cognitivista

Enfoques, vol. XXXII, núm. 1, 2020

Universidad Adventista del Plata

Recepción: 11 Julio 2018

Aprobación: 03 Diciembre 2018

Resumen: Michel Foucault revolucionó a estudiosos y críticos cuando declaró, a principios de los ochenta, que su auténtico objeto de estudio e interés no había sido el poder, sino los modos de subjetivación. Enmarcado en el paradigma interdisciplinario de la ciencia cognitiva de las teorías filosóficas, este artículo explora formulaciones que permiten interpretar esta afirmación y revisar el estatus del sujeto en su obra. Se propone así iluminar los procesos que operan en la elaboración y en la comprensión de conceptos filosóficos fundamentales, especialmente la base experiencial de los conceptos abstractos.

Palabras clave: Filosofía, Ciencia cognitiva, Michel Foucault, Lingüística, Metáfora.

Abstract: Scholars and critics were convulsed when Michel Focault declared, in the early eighties, that his authentic study object and interest had not been power, but subjectivation modes. Framed in the cognitive science of philosophical theories’ interdisciplinary paradigm, this article explores patterns that enable to interpret this statement and to revise the status of the subject in the French philosopher’s work. It illuminates thus the processes that concern the elaborating and understanding fundamental philosophical concepts, specially the experiential base of abstract concepts.

Keywords: Philosophy, Cognitive science, Michel Foucault, Linguistics, Metaphor.

Resumo: Michel Foucault revolucionou estudiosos e críticos quando declarou, no início dos anos oitenta, que seu objeto real de estudo e interesse não era o poder, mas modos de subjetivação. Enquadrado no paradigma interdisciplinar da ciência cognitiva das teorias filosóficas, este artigo explora formulações que permitem interpretar essa afirmação e rever o status do sujeito em sua obra. Propõe-se a iluminar os processos que operam na elaboração e compreensão de conceitos filosóficos fundamentais, especialmente a base experiencial de conceitos abstratos.

Palavras-chave: Filosofia, Ciência Cognitiva, Michel Foucault, Linguística, Metáfora.

Introducción

Lakoff y Johnson, un lingüista y un filósofo respectivamente, hicieron concurrir sus esfuerzos en el proyecto de la ciencia cognitiva de las teorías filosóficas, presentado en Philosophy in the Flesh: The Embodied Mind and its Challenge to Western Thought (Filosofía en la carne: La mente corporeizada y su desafío al pensamiento occidental).1 La obra ofreció explicaciones lingüístico-cognitivas de conceptos fundamentales de los presocráticos, Platón, Aristóteles, Descartes y Kant, entre otros. Aportaron así, en primer lugar, evidencias de la continuidad entre el lenguaje cotidiano y el filosófico, dando cuenta de los procesos que permiten la elaboración y la comprensión de tales complejas teorías, especialmente la base experiencial de los conceptos abstractos. En segundo lugar, delinearon un camino que sirviera como modelo para analizar otras teorías filosóficas.

Emplearemos este abordaje (junto con nociones de otros lingüistas cognitivos) para acceder a la constitución de la noción de sujeto en algunos de los últimos trabajos de Michel Foucault. Nuestro objetivo general se enmarca en el interés suscitado a raíz de las declaraciones ―para algunos, desconcertantes― que el “pensador del poder” hizo a principios de los ochenta respecto de su propia labor filosófica: “He buscado producir una historia de los diferentes modos de subjetivación del ser humano en nuestra cultura”.2

El enfoque surge de la identificación de ciertas inflexiones y patrones lingüísticos, fundamentalmente, al principio de la introducción al segundo volumen de Historia de la sexualidad. El uso de los placeres,3 llamativos por ciertas características de composición, así como por la alta frecuencia de aparición. Pretendemos explorar la gramática que opera en el desplazamiento teórico que Foucault allí formuló en los términos de “buscar cuáles son las formas y modalidades de la relación consigo mismo por las que el individuo se constituye y se reconoce como sujeto”.4 Tenemos como objetivos específicos dar cuenta del estatus del sujeto y las significaciones del sí mismo a partir de Historia de la sexualidad 2,5 y presentes también en el volumen 3, La inquietud de sí,6,7 especialmente el capítulo “El cultivo de sí”. Para esto, consideraremos las propias reflexiones de Foucault acerca de la gramática relativa a la tradición del cuidado de sí reunidas en La hermenéutica del sujeto.8 Finalmente, pondremos estas consideraciones en relación con la actitud de modernidad, elaborada en “¿Qué es la Ilustración?”.9

Pretendemos delinear algunas claves de lectura de la obra específicamente en español, de modo que emplearemos las traducciones que se indican a pie de página y nos remitiremos a los originales en francés solo excepcionalmente.

La ciencia cognitiva de las teorías filosóficas

La lingüística cognitiva surgió a partir de disidencias originadas en el seno del generativismo, creado por Chomsky y hegemónico hasta la década del setenta, cuando Lakoff, Fillmore, Langacker y Talmy, entre otros, emprendieron investigaciones que, eventualmente, resultaron incompatibles con esta teoría del lenguaje.10 Sus desarrollos incluían factores culturales, históricos, psicológicos, sociales y estilísticos en el estudio del lenguaje, en detrimento de la primacía que las teorías chomskianas habían dado a la sintaxis. Así se conformó una serie de corrientes o movimientos abocados a distintos aspectos del lenguaje y con objetivos particulares, pero coincidentes en ciertos principios teóricos:11

1. El lenguaje es simbólico. Existe una cierta motivación que liga la forma y el significado.12

2. El lenguaje está corporeizado. Está motivado más o menos directamente por nuestra experiencia corpórea física, social y cultural.13

3. La capacidad de imaginación. El lenguaje no solo manipula símbolos; tampoco “refleja” el mundo. Involucra procesos de categorización, conceptualización, segregación de la información.14

Estas ideas dieron lugar a lo que se conoció como segundo giro cognitivista. La premisa epistemológica y metodológica fundamental que une a las distintas líneas de investigación en la lingüística cognitiva es la referida al lenguaje entendido como una capacidad integrada de la cognición humana en vez de un módulo autónomo. En consecuencia, es necesario explorar las relaciones entre el lenguaje y otras facultades cognitivas en busca de mecanismos cuyo funcionamiento pueda aportar soluciones al problema de cómo funciona realmente el lenguaje.

De ahí que esta disciplina se ubique dentro de un continuum junto con la neurociencia, la filosofía, la antropología, la inteligencia artificial, la psicología y otras para conformar las ciencias cognitivas.

El valor de la metáfora en filosofía

En The Meaning of the Body, Johnson15 estudió las cualidades, los aspectos socioculturales, los sentimientos, las emociones y los procesos corporales que hacen posible la construcción del significado y de la experiencia. Mente y cuerpo no se oponen, sino que el pensamiento emerge “por vía del reclutamiento de varias capacidades sensomotoras que no implican representaciones internas”. Rechaza, por tanto, la teoría representacional clásica de la mente y la reemplaza con “una explicación del significado corporeizado que emerge como estructuras de interacciones o transacciones organismo-ambiente”.16 Por este motivo, los cognitivistas se autodenominaron “experiencialistas”, en oposición a las teorías objetivistas del conocimiento, según las cuales lo que conocemos son las propiedades inherentes de las cosas.

En síntesis, la ciencia cognitiva de las teorías filosóficas convirtió a la filosofía en objeto de estudio desde la perspectiva y la metodología del cognitivismo.17 Aunque la joven subdisciplina reconoce los límites de sus alcances, en tanto no formuló ―ni pretende hacerlo― los conceptos y las reflexiones filosóficas que estudia, destaca su aporte a ese campo como indispensable.

Si bien la filosofía se ha interesado en la metáfora desde sus orígenes, aquella no ha contemplado que en la metáfora reside su propia posibilidad de ser. Johnson18 habla de una deuda no reconocida y junto con Lakoff19 argumentan que los conceptos filosóficos primordiales (tiempo, evento, causa, etc.) son irreductiblemente metafóricos, a pesar de lo que las propias teorías filosóficas estén dispuestas a admitir al respecto. Basan tal afirmación en la creciente masa de evidencia empírica acerca de la metáfora como proceso básico de la facultad de abstracción.

Pero ¿qué entiende exactamente la lingüística cognitiva por “metáfora”? Fundamentalmente, un fenómeno cognitivo y no uno meramente lingüístico, mucho menos un “adorno” estilístico. Estos autores expresan: “La esencia de la metáfora es entender y experimentar una clase de cosa en los términos de otra”.20,21 Pongamos por ejemplo la frase “cayó en una depresión”. Esta se funda en la metáfora conceptual lo malo es abajo,22la que, a su vez, supone una metáfora opuesta simétrica lo bueno es arriba. Para el experiencialismo, la metáfora se sustenta en la experiencia que tenemos de aquello en el mundo físico, social y cultural, ya que lo relativo al bienestar está arriba: la postura tiende a erguirse con un ánimo favorable, mientras que se hunde con la tristeza. Si estamos sanos, estamos de pie, pero la enfermedad (y la muerte) supone estar recostado. La abundancia señala hacia arriba porque, físicamente, si a una pila de cosas le agregamos más, el nivel sube, etc. Sucede que son tan frecuentes y su uso tan inconsciente que no reparamos en que se trata, en efecto, de metáforas.

Es necesario distinguir las expresiones metafóricas o metáforas lingüísticas de las metáforas conceptuales, por un lado, porque las segundas configuran un fenómeno que también se manifiesta consistentemente en esferas que no son las del lenguaje natural23 y, por otro, porque aunque existen patrones sistemáticos de pensamiento metafórico con un importante rol en la conducta lingüística, no es posible asumir que todos los individuos comprenden las expresiones metafóricas exactamente de la misma manera. En los últimos años, los estudios en el campo cognitivista han destacado, además, a la metonimia como ubicuo proceso conceptual con una importancia incluso superior a la de la metáfora.

Al contrario de lo que podría creerse, los filósofos emplean exactamente los mismos recursos y sistemas conceptuales básicos que el resto de los hablantes: dado que la propia estructura de la razón proviene de los detalles de nuestra corporeidad, esta no es radicalmente libre, es decir, los posibles sistemas conceptuales humanos son ilimitados en número, pero no en su forma. La particularidad de los conceptos filosóficos es que redefinen y transforman la actividad conceptual inconscientemente presente en el lenguaje cotidiano,24 “dándoles consistencia a las ideas, viendo nuevas conexiones y deduciendo nuevas implicaciones”, pero siempre “trabajan con los materiales conceptuales disponibles en su contexto histórico particular”.25

En otras palabras, el aparato teórico cognitivista (de prototipos, marcos, esquemas de imagen, metonimias, metáforas, segregación de la información, etc.) puesto al servicio de la filosofía, además de adecuado observacionalmente, es útil para la disciplina misma, en tanto le brinda una herramienta de autoevaluación y de producción:

… corporizar la filosofía de esta manera no la desvaloriza en modo alguno. Al contrario, revela por qué tenemos las filosofías que tenemos, explica por qué y cómo pueden dar sentido a nuestra experiencia, y rastrea sus implicancias para nuestras vidas.26

Los patrones lingüísticos en el desplazamiento teórico

En la introducción a Historia de la sexualidad 2. El uso de los placeres, Foucault presentó un cambio de planes respecto de lo que se había propuesto en el primer volumen ocho años antes. A partir de entonces, se dedicaría a hacer “una historia de la ‘ética’ y de la ‘ascética’, entendida como historia de las formas de la subjetivación moral y de las prácticas de sí que están destinadas a asegurarla”.27

A continuación, extraemos frases del primer apartado, “Modificaciones”,28,29 en el que el autor redefinió su objeto de estudio. Volveremos a estas a lo largo de gran parte de este trabajo, con el convencimiento de que proveen una valiosa clave de lectura. Incluimos aquellas en las que se repiten fórmulas o elementos y aun frases enteras con el objetivo de distinguir procedimientos que operan en un contexto cuantitativo y, por tanto, no resultan azarosas:

1. Cambios también en la manera en que los individuos se ven llevados adar sentido y valorar su conducta, sus deberes, a sus placeres, a sus sentimientos y sensaciones, a sus sueños.

2. Ver cómo, en las sociedades occidentales modernas, se había ido conformando una “experiencia” por la que losindividuos iban reconociéndose como sujetos de una sexualidad.

3. Proyecto de una historia de la sexualidad como experiencia.30

4. Formas según las cuales los individuos pueden y debenreconocerse como sujetos de esa sexualidad.

5. Modos por medio de los cuales los individuos son llevados areconocerse como sujetos sexuales.

6. Prácticas mediante las cuales los individuos se vieron llevados a prestarse atención a ellos mismos, a descubrirse, a reconocerse y a declararse como sujetos de deseo, haciendo jugar entre unos y otros una determinada relación que les permite descubrir en el deseo la verdad de su ser.

7. Cómo los individuos han sido llevados a ejercer sobresí mismos, y sobre los demás, una hermenéutica del deseo.

8. Cómo el individuo moderno puede hacer experiencia de sí mismo, como sujeto de una sexualidad.

9. La forma en que, a través de los siglos, el hombre occidental se vio llevadoa reconocerse como sujeto de deseo.

10. Formas y modalidades de la relación consigo mismo por las que el individuo se constituye y se reconoce como sujeto.

11. Relación del individuo consigo mismo y en la constitución de como sujeto.

12. Lenta formación, en la Antigüedad, de una hermenéutica de .

13. Juegos de falso y verdadero a través de los cuales el ser se constituye históricamente como experiencia, es decir como una realidad que puede y debepensarse a sí misma. ¿A través de qué juegos de verdad se permite al hombre pensar su ser propio cuando sepercibe como loco, cuando secontempla como enfermo, cuando se reflexiona como ser vivo, como ser hablante y como ser que trabaja, cuando se juzga y se castiga en calidad de criminal? ¿A través de qué juegos de verdad el ser humano se ha reconocidocomo hombre de deseo?

14. Las condiciones en las que el ser humano “problematiza” lo que es, lo que hace y el mundo en el que vive.

15. Conjunto de prácticas que tuvieron ciertamente una importancia considerable en nuestras sociedades: es lo que podríamos llamar “las artes de la existencia”. Por ellas hay que entender las prácticas sensatas y voluntarias por las que los hombres no solo sefijan reglas de conducta, sino que buscan transformarse a sí mismos, modificarse en su ser singular y hacer de su vida una obra que presenta valores estéticos y responde a ciertos criterios de estilo.

16. Estéticas de la existencia […] tecnologías de sí […] “técnicas de sí”.

17. Las problematizaciones a través de las cuales el ser se da como una realidad que puede y debe ser pensada por sí misma, y las prácticas a partir de las cuales se forman.

18. En cuanto a los documentos que habré de utilizar, en gran parte serán textos “prescriptivos” […] tienen como función ser operadores que permitan a los individuos interrogarse sobre su propia conducta, velar por ella, formarla y darse forma a sí mismos como sujetos éticos.

19. Una historia de las problematizaciones éticas hecha a partir de las prácticas de.

Un elemento en común que preliminarmente podemos destacar en estas definiciones es la referencia al método arqueo-genealógico, que no registra una sucesión progresiva de conceptos ni meramente códigos de prohibiciones, sino “cambios en la manera (1), formas (4, 9, 10) y modos (5) en la experiencia de sexualidad”. Lo que importa es el carácter de experiencia, resultante de la matriz de correlación en una cultura, entre campos de saber, normatividades y formas de subjetividad.

Fundamentalmente en Historia de la sexualidad. La inquietud de sí, Foucault rastreó el concepto del cultivo de sí en la tradición grecorromana, pasando por el griego epimeleia heautou (ocúpate de ti mismo), eclipsado en la tradición por el gnothi seauton (conócete a ti mismo) y traducido algo defectivamente al latín como cura sui (cuidado de sí). En este sentido, la vida humana se diferencia de otras formas porque no solo requiere de cuidados fisiológicos, sino que debe ser objeto de una tékhnē (15 y 16) tou bíou, que opera sobre los actos y los pensamientos, por lo que es relativa a un ethos o un modo de existencia.

Por una parte, la variedad de prácticas que abarca el cuidado de sí en la antigüedad, en relación con la constitución de un sujeto capaz de acceder a la verdad, aun con los distintos valores que adopta en cada época,31 contrasta con lo que Foucault llamó “el momento cartesiano”. Desde entonces, se estableció que es únicamente el conocimiento lo que da acceso a la verdad, pero esta, “tal como es, no es capaz de salvarlo”.32 Por otra, el recorrido del filósofo por la tradición antigua y el detenimiento en el periodo helenístico-romano como una edad de oro de las prácticas de sí, lejos de pretender instalar un ideal válido para toda época y lugar, reconoce la singularidad de cada momento histórico, lo que le permite incluso manifestar las múltiples posibilidades del momento actual. A continuación, señalaremos algunos elementos lingüísticos que nos permiten sostener esta afirmación y, hacia el final, destacaremos particularmente la relación crítica con el presente que Foucault traza a partir de la noción de Ilustración.33

El sujeto34 y el sí mismo

Las fórmulas mencionadas relativas al cuidado de sí, así como las resaltadas en versalitas (1-19) dan cuenta de una interioridad35 escindida y estructurada jerárquicamente. El propio Foucault reparó en la particularidad de la sintaxis en estas construcciones en las clases reunidas en La hermenéutica del sujeto. Destacó la identidad entre el sujeto y el objeto de la acción manifestada por los pronombres “eres tú quién se ocupa, te ocupas de algo que es lo mismo que tú […], tú mismo como objeto”.36 Y se preguntó, en consecuencia, quién es ese yo, qué es ese sí mismo y qué significa ser “sujeto de”.37

La lingüística-cognitiva del sí mismo

Establecimos que la metáfora implica una operación cognitiva por la que se relacionan dominios experienciales y conceptuales. Hay una direccionalidad en la operación de comprender una cosa en los términos de otra: comprendemos lo menos concreto a partir de lo más concreto. En otras palabras, proyectamos elementos de dominios conceptuales de los que tenemos una experiencia más directa a otros de los que no. Son los dominios fuente y de destino, respectivamente. De este modo, podemos concebir elementos de dominios complejos que no son autónomos semánticamente.

Ejemplo de esto es la conceptualización del sí mismo, articulada a partir de un sistema heterogéneo de metáforas cuyos dominios fuente son el espacio, la posesión, la fuerza y las relaciones sociales.38 Tomemos como muestra expresiones tanto de estoicos como de epicúreos acerca del cuidado de sí examinadas en Historia de la sexualidad 3:

… una actividad múltiple […] para “hacerse a sí mismo”, transformarse a sí mismo, reconciliarse con uno mismo. Se formare, sibi vindicare, se facere, se ad studia revocare, sibi applicare, suum fieri, in se recedere, ad se recurrere, secum morari, Séneca dispone de todo un vocabulario para designar las diferentes formas que debe tomar el cuidado de sí y la prisa con que trata uno de alcanzarse a sí mismo (ad se properare).39

La interpretación literal de estas frases resultaría ridícula o, al menos, paradójica. Aunque los hablantes pueden inferir diferentes cosas en función de su conocimiento en filosofía, todos los hablantes del español reconocen, sin ningún esfuerzo, lo que no significa, por ejemplo, “alcanzarse a sí mismo”: nadie interpreta que hay una persona que tiene un doble al que se persigue y luego se alcanza.

La lingüística cognitiva explica estas locuciones a partir de la “metáfora conceptual del sujeto y el sí mismo”. Según este esquema mental, la persona se divide en un sujeto y uno o varios sí mismos. El sujeto es sede de la razón, la conciencia y la voluntad; existe, por tanto, solo en el presente y se conceptualiza siempre como una persona. El sí mismo, en cambio, es todo lo que queda por fuera: “el cuerpo, los roles sociales, estados pasados y acciones en el mundo”40 y puede ser conceptualizado, además de como persona, como objeto o locación. Las distintas posibilidades de combinación entre los elementos de los dominios conceptuales dan lugar a subesquemas que ponen en relación diferentes aspectos salientes de esos dominios, por lo que configuran, de acuerdo con Langacker, fenómenos de segregación de la información como figura-fondo.41 Esto implica que en los procesos metafóricos operan también procesos metonímicos, que permiten al conceptualizador acceder, cuando existen entidades asociadas asimétricamente entre sí, a la más prominente (meta) por medio de la menos prominente, que sirve entonces de punto de referencia.

Los movimientos del sí mismo

El subesquema del “sí mismo locativo” aparece, por ejemplo, en in se recēdere, ad se recurrere, ad se properere, todos verbos de movimiento con complementos formados por una preposición y un pronombre que indica la correferencia con la persona que realiza la acción designada por el verbo. Recēdo (retroceder, retirarse), compuesto por el afijo preposicional re- y el verbo cēdo, que tiene pleno significado de movimiento en el espacio como ‘ir’ o ‘marchar’, adquiere en la construcción con in se un significado metafórico derivado de la concepción del sí mismo como contenedor. El movimiento es metafórico porque implica un desplazamiento, en realidad, de la atención (como en se ad studia revocare o sibi applicare), que se aleja del mundo para entrar en una parte de uno mismo. De modo similar, recurrō (volver o retroceder corriendo) ad se, implica una distancia metafórica42 y un camino de regreso para que sujeto y sí mismo coincidan. Propero comparte con este último, además, el rasgo de velocidad del movimiento. Marco Aurelio también exhorta a ponerse en “movimiento” lo antes posible: “No vagabundees más […]. Apresúrate pues hacia la meta; acude en tu ayuda si te acuerdas de ti mismo […], mientras todavía es posible”.43

En cuanto al vagabundeo, por lo general, las metáforas conceptuales del sujeto y el sí mismo que tienen como dominio fuente la exterioridad o el movimiento centrífugo representan estados interiores negativos, como ira excesiva, confusión e incluso locura.44 Estos significados están fundados en la experiencia que tenemos en el mundo: habitualmente, nos sentimos más tranquilos y seguros en los lugares que conocemos que en los que no. De ahí, la productiva metáfora conceptual que opera en todas estas frases: el control de sí mismo es estar en el sitio habitual de uno.45

La implicación en la metáfora “alcanzarse a sí mismo” es entonces la de un desfasaje del sujeto. Se encuentra fuera del sí mismo, que es donde normalmente reside, del mismo modo en que conceptualizamos que las personas residen en sus cuerpos. Esto se explica a partir de una estructuración conceptual más básica, que es la de los esquemas de imagen, entendidos como “estructuras mentales que se abstraen de interacciones recurrentes en el entorno”.46

El esquema del cuerpo como contenedor (una cavidad con un límite que marca una región interior y una exterior) emerge de nuestra propia experiencia corpórea en el mundo47 (como ingerir alimentos, excretar, inhalar, exhalar, salir y entrar de habitaciones, manipular objetos) y configura el dominio fuente en esta metáfora. La proyección (como indica el sentido de las flechas) se da desde el dominio más concreto (A) hacia el más abstracto (B). Si estar fuera es pérdida de control, “alcanzarse” configura la fase final, en la cual la persona está contenida dentro del cuerpo y el sujeto, dentro del sí mismo (B.1 y B.2), esto es, una suerte de autofinalización. Representamos un mínimo espacio que deja a estas entidades por fuera para marcar que las entidades no se funden en una y no coinciden exactamente. Más adelante retomaremos la implicancia de estas acciones en el marco de frases más complejas.

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Fuente propia

En este sentido, “alcanzarse” implica el punto final de un movimiento figurado ―no físico, pero elaborado y entendido también en los términos del movimiento físico― anterior con la característica de estar dirigido en un sentido y con un fin determinado. Tal movimiento es asimilable al componente ascético (áskēsis), en cuanto ‘práctica, ejercicio, entrenamiento’ físico primero y luego también espiritual o religioso,48 llevado a cabo en uno mismo y por uno mismo.

Las relaciones con uno mismo

El subesquema de la “metáfora social del sí mismo” se configura a partir de los siguientes componentes:

1. una persona -> el sujeto

2. otra persona -> el sí mismo

3.relación social evaluativa -> relación evaluativa entre sujeto y sí mismo49

En secum morari, dado el sociativo “consigo”, la relación social que sirve de dominio fuente es la de amistad.50 Esta se proyecta interiormente como una intensa relación con el sí mismo, conceptualizado como alguien con quien compartir un lapso de tiempo (en latín, mora). Similarmente, en las Cartas de Plinio, el sí mismo se convierte en interlocutor. Para ocuparse de sí, hay que conversar “consigo mismo y con sus propios escritos”.51 Como también puede haber antagonismo en las relaciones sociales, esta se proyecta en la interioridad: por ejemplo, “reconciliarse con uno mismo” indica la resolución de un conflicto entre sujeto y el sí mismo.

El cura sui también se configura metafóricamente a partir de una relación social, que Lakoff y Johnson definen como “cuidador”. El sí mismo es una parte que requiere cuidado del sujeto, de manera que, como es este quien está en control del sí mismo, no existen metáforas convencionales que inviertan los dominios: “… metaforizamos el sujeto como cuidador, pero nunca como objeto de cuidado”.52 Tal relación supone que hay un deber del sujeto para esa parte que le requiere de su cuidado y supone, por tanto, también que esta es frágil y merecedora de cuidado.

Entablar una relación con uno como pasible de enfermedad implica una práctica relativa al cuerpo (al ejercicio, la alimentación, el descanso, el eros) y también al alma, puesto que lo que perturba a uno puede perturbar al otro. Hay que cuidarse de los males del alma porque estos son menos visibles que los del cuerpo. Se procura estar sano, pero en caso de caer enfermo es necesario prestarse especial atención y solo cada uno puede establecer sus necesidades y sus curas.

Retomando los ejemplos citados de El uso de los placeres, habíamos señalado la frecuencia de verbos o construcciones de proceso interior o intelectual en sus usos pronominales. Especialmente, podemos distinguir patrones del tipo “reconocerse como sujetos sexuales, de una sexualidad, de deseo” (2, 4, 5, 6, 9) o “ejercer sobre sí una hermenéutica del deseo” (7) en los que el sí mismo (metafóricamente, en este caso, el rol social relativo a la sexualidad) recubre a todo el sujeto, y la conceptualización es, por tanto, también metonímica. Foucault se preguntó explícitamente cómo fue que la sexualidad había cobrado tanta importancia en la constitución del sujeto e intentó descubrir los modos que esto tomó en la historia. Hay un aspecto más de la conceptualización general de estas fórmulas que conviene señalar. “Reconocerse como sujeto sexual” indicaría la identidad de quien reconoce y lo que reconoce, es decir, el sujeto sexual preexistiría a ese proceso. Cabe, en cambio, pensar que hay una cierta mediación entre una cosa y otra, y que, en la época imperial, a diferencia de la Antigüedad clásica, ya no estará dada por la ciudad, sino por la relación consigo mismo.

Hacerse a uno mismo

La epimeleia heautou entraña una actitud de atención volcada a uno mismo, pero también “designa, siempre, una serie de acciones, acciones que uno ejerce sobre sí mismo, acciones por las cuales se hace cargo de sí mismo, se modifica, se purifica y se transforma y transfigura”.53 Similarmente, en Dits et Écrits, las prácticas de sí son definidas como “prácticas meditadas y voluntarias mediante las cuales los hombres no solo se fijan reglas de conducta, sino que procuran transformarse a sí mismos, modificarse en su ser singular y hacer de su vida una obra”.54

En este apartado, abordaremos las propiedades semánticas y sintácticas de las expresiones relativas a las técnicas de sí en tanto fusión de estructuras simbólicas, capaces de evocar distintos y también innovadores conceptos.

Modelo de escenarios

El modelo “bola de billar” refleja aspectos fundamentales de nuestra cognición. De acuerdo con este, concebimos que el mundo está poblado de objetos físicos discretos que se mueven en el espacio y entran en contacto unos con otros.55 Ese movimiento puede ser causado por la energía propia interna de esos objetos o puede ser derivado del impacto con otro objeto, que, como en el billar, puede desencadenar otras interacciones. De este modelo (prelingüístico) se derivan las formas prototípicas de los sustantivos (objetos discretos), los verbos (interacciones) y las construcciones sintácticas.

Mientras que las entidades que designan los sustantivos prototípicos tienen cierta autonomía conceptual, los eventos (las interacciones entre esas entidades) dependen conceptualmente de sus participantes. Por ejemplo, no podemos concebir la acción de regalar sin alguien que regala, algo que se regala y alguien que recibe el regalo. El lenguaje ofrece formas alternativas para mostrar el evento y evocar distintos conceptos: el hablante selecciona determinados participantes y les impone una cierta organización, y puede ofrecer mayor o menor detalle en la caracterización. De ahí, la denominación complementaria de modelo de escenarios, porque habría una escena concebida desde el punto de vista particular de un espectador, que hace emerger determinadas partes como focos de atención.

Hemos señalado la paradoja de las construcciones en las que hay una identidad entre el sujeto y el objeto de la acción, y hemos ofrecido una explicación para ellas a través de la teoría de las metáforas y metonimias conceptuales. El análisis de los constructos gramaticales nos permite acercarnos al mismo fenómeno bajo otras consideraciones.

Hacer experiencia

De acuerdo con el modelo canónico de los eventos, estos son concebidos como una transmisión de energía, una cadena de acciones que tiene como inicio a un agente y como fin a un paciente (o tema si es inanimado, según las distintas terminologías), que atraviesa una serie de cambios de estado.56 Los participantes del evento cumplen “papeles semánticos” y la relación que describimos entre ellos sería, en sentido amplio, de transitividad. Dado que el objeto directo de un verbo representa la entidad sobre la que recae la acción, según los rasgos de esta, se enmarcan en una escala de transitividad: mayor en el caso del objeto efectuado (pintar un cuadro), un poco menor en el objeto afectado (pintar una pared) y menor cuando el cambio es solo de posición (mover una silla).

En los ejemplos citados, hay un objeto efectuado: “el individuo se constituye como sujeto (10) o como experiencia” (13). Se trata, en cambio, de un objeto afectado: “modificarse en su ser singular, transformarse a sí mismos” (15), “darse forma a sí mismos como sujetos éticos” (18), “transfigurarse, purificarse”.57 En el caso de “reconocerse como sujetos sexuales (4, 5), de deseo (6, 13) o como sujeto” (10) y “prestarse atención a ellos mismos” (6), es decir, verbos de cognición y de percepción, marcan un grado menor de afectación. Todos estos casos representan eventos con cierta complejidad de roles que se alejan de la transitividad canónica al no evocar la concepción de dos participantes discretos, dado que se reúnen los roles en el mismo participante. El carácter reflexivo de estas predicaciones se revela en que tanto el participante, que posee el rasgo [+ humano], actúa sobre sí como actuaría sobre otro (a diferencia de una bola de billar).

El sujeto gramatical coincide en todos estos casos: “individuo(s)”, “ser(es) humano(s)”. Langacker señala que la característica del sujeto no es una propiedad semántica ni funcional, sino de focalización de la atención: es concebido como el participante primario en una relación con otro(s) participantes, lo que se traduce en una “accesibilidad” gramatical. Esto explica su frecuencia en el discurso relativo al “verdadero cultivo de sí” de la época imperial: una moral más severa que no implicó un endurecimiento de las prohibiciones, sino una intensificación de la relación consigo mismo generalizada.

Hemos señalado la necesidad de considerar el engarce de las frases hasta aquí analizadas en el marco contextual más amplio, es decir, el perfilamiento particular en que se inscriben estas interacciones. Parte de la complejidad de la estructuración conceptual de las prácticas de sí en la óptica foucaultiana se revela por medio de la voz pasiva “son llevados a reconocerse” (5) o “han sido llevados a ejercer” (7). Interpretamos metafóricamente el verbo “llevar” como causar la acción del sí mismo es el movimiento forzado de un objeto,58 en tanto el destino del movimiento no es un lugar o espacio físico, sino un proceso intelectual: “a reconocerse como sujetos sexuales” (5) y “a ejercer sobre sí mismos, y sobre los demás, una hermenéutica del deseo” (7). Estas formulaciones traen aparejadas otras metáforas conceptuales, como los cambios son movimientos, los propósitos son destinos59 y la acción guiada es movimiento guiado.60

Los ejemplos “se ven llevados a dar sentido y valorar” (1), “se vieron llevados a prestarse atención” (6) y “se vio llevado a reconocerse como sujeto de deseo” (9), son similares a los anteriores, pero la inclusión del verbo de percepción sensorial “ver” empleado en sentido más abstracto que el sensorial agrega algunos matices semánticos:

Dada la metáfora conocer es ver, la visión desde el interior es conocimiento desde el interior —conocimiento subjetivo—. Si uno quiere conocer cómo es ese interior desde afuera, tiene que salir de él y mirar. La visión desde afuera es conocimiento desde afuera —conocimiento objetivo—.61

Este mismo esquema opera en las prácticas de sí definidas como “contemplarse” o “vigilarse a uno mismo”. Con todo, en el uso particular de Foucault aquí analizado, más que un conocimiento a la distancia hay un vaivén algo ambiguo, pero con una perspectiva predominantemente interior. Estas formulaciones son significativas en la medida en que revelan los modos de subjetivación en relación con la moral, en varios niveles.

Si bien “verse llevado” implica un cierto grado de acción mayor a la de “ser llevado”, la voz pasiva no indica que la participación del elemento en el evento predicado sea nula. De acuerdo con Langacker, obedece al principio cognitivo de segregación figura-fondo: se ajusta la prominencia focal de los participantes procesuales, confiriendo el estatus de trayector a lo que de otro modo sería el punto de referencia (llevar > ser llevado).62 ¿Qué es lo que motiva la selección particular de un determinado sujeto gramatical frente a la defocalización del agente de la acción de mando por la pasivización? La respuesta se encuentra precisamente en la óptica de problematización en este libro. De acuerdo con Cristina López,

… ya no es el saber por sí lo que está en cuestión sino la forma en que hemos sido constituidos como sujetos de saber, ya no es el poder mismo el núcleo de la indagación genealógica, sino la forma en que hemos sido constituidos como sujetos que ejercen o padecen relaciones de poder, finalmente no es la ética en tanto disciplina lo que se interroga sino las formas en que hemos sido constituidos como sujetos morales de nuestras acciones.63

El lenguaje manifiesta una fuerza inespecífica y menos relevante que ese “paciente impuro” o “agente disminuido” sobre el que opera. El margen de acción que tiene este participante sobre los eventos que lo conciernen a él mismo se revela algo más elocuentemente en la construcción “hacer experiencia de sí mismo”64 (8). Aunque una “experiencia” implica un proceso interno-externo del que no se tiene completo control, “hacer” es un verbo agentivo prototípico, dado que implica cierto grado de volición y de conciencia.

Actitud de modernidad

En este apartado, analizaremos la modalidad deóntica en algunas expresiones, así como los valores aspectuales de progresividad y atelicidad, predominantes en las cláusulas mayores, para encaminar finalmente la reflexión hacia la actitud crítica y productiva del presente en “¿Qué es la Ilustración?”.65

La disposición

Hemos visto que la estructuración conceptual relativa a las prácticas ascéticas de la época imperial enfatiza que, con variantes, la transferencia de energía comienza y termina en el sujeto. Pero, además, existen códigos morales e instancias de autoridad que refuerzan esta relación con el sí mismo, así como hay factores externos que desencadenan e influyen en esas prácticas. ¿Dónde comienza propiamente la cadena de acciones, entonces? La respuesta no es sencilla:

… el precepto de que hay que ocuparse de uno mismo es en todo caso un imperativo que circula entre un buen número de doctrinas diferentes; ha tomado también la forma de una actitud, de un modo de comportarse; ha impregnado las maneras de vivir.66

Foucault señala la dimensión de una obligación que no opera únicamente imponiéndose. Esta aparece explicitada con verbos deónticos en los siguientes ejemplos: “los individuos pueden y deben reconocerse como sujetos de esa sexualidad” (4), “cómo el individuo moderno puede hacer experiencia de sí mismo” (8), “el ser se constituye […] como una realidad que puede y debe pensarse a sí misma” (13), “¿A través de qué juegos de verdad se permite al hombre pensar su ser propio?” (13), y (17) “el ser se da como una realidad que puede y debe ser pensada por sí misma” (17).

La modalidad deóntica marca la actitud de alguna autoridad sobre la deseabilidad del evento descripto en la cláusula (que no es necesariamente la de su enunciador), a diferencia de la epistémica, que indica su plausibilidad.67 En la primera, se distingue un rol adicional al de fuente modal (origen del juicio deóntico o epistémico en la expresión), que es el de un agente modal68 (quien se espera lleve a cabo la acción).69 Es esta distinción, la que permite interpretar actitudes deónticas en los ejemplos escogidos de permiso (puede, se permite) y de obligación (debe), cuando los verbos podrían indicar una actitud epistémica. Además de las implicaturas lógicas, hay una información adicional codificada en estas expresiones. Por un lado, el permiso indica una posibilidad deóntica, mientras que la obligación, una necesidad deóntica. Por otro lado, la primera presupone la disposición del agente modal para llevar a cabo la acción, mientras que la segunda, la falta de voluntad de este. El uso conjunto de “puede” y “debe” en los ejemplos citados explicita que “el permiso para hacer algo no puede ser típicamente interpretado como ausencia de obligación para hacerlo”.70

La ausencia de ejemplos de actitud deóntica de prohibición en el fragmento analizado puede ser explicada desde una perspectiva interaccional a partir del esquema prototípico para estos eventos: un sujeto de persona o abstracto (fuente modal) prohíbe una acción a otra persona (agente modal). El interés de Foucault se encuentra precisamente en la parte de la escena ocupada por esta última, por lo que aparece realzada en función del sujeto gramatical, mientras que la fuente modal no es claramente identificable o explicitable. Aparece así codificada la imposibilidad de la fuente modal para actuar directamente en el desarrollo de los eventos.

La delimitación de los eventos

A diferencia del tiempo gramatical, que ubica los eventos en relación con la situación de habla (como simultáneos, posteriores o anteriores), el aspecto contiene valores temporales no deícticos, como la duración, la finalización, la frecuencia, el inicio, etc., que caracterizan al evento mismo según el enfoque que el hablante le impone.

En las citas de “Modificaciones”,71 hemos resaltado ciertos rasgos aspectuales. Aunque es considerada una categoría universal, su manifestación en las distintas lenguas es múltiple y compleja, puesto que atraviesa los planos sintáctico, semántico, gramatical y léxico. Esto se debe a que las oposiciones aspectuales ―perfectivo/imperfectivo; télico/atélico; dinámico/estático; durativo/no durativo— no tienen una correspondencia exacta con formas, sino que son producto de “operaciones aspectuales”, que reúnen distintos valores y están sujetas al contexto de enunciación.

En cuanto a las locuciones verbales del ejemplo 2, “se había ido conformando” e “iban reconociéndose”, los compuestos con “haber” suponen un aspecto perfectivo o aoristo, según el cual se contempla la situación en su globalidad, de principio a fin. Además, los verbos “conformar” y “reconocer”, por sus propiedades léxicas, son resultativos o télicos. Sin embargo, las perífrasis de “ir + gerundio” muestran la situación en su desarrollo y nos permiten ver la parte interna del evento. Langacker señala que, en esta clase de construcciones progresivas, se restringe el perfilamiento a una serie de componentes que no incluyen el inicio ni el final, sino estados representativos de un proceso perfectivo.72

Las perífrasis con verbos modales en presente e infinitivos analizadas que indican la virtualidad de esas acciones cuya (in)deseabilidad está en juego. No anclados en una única temporalidad, los eventos asumen un carácter iterativo particular. El ejemplo 5 expresa que “los individuos son llevados a reconocerse como sujetos sexuales”. De acuerdo con la tradicional cuatripartición del modo de la acción de Vendler (1967), el evento en conjunto tiene el rasgo de dinamismo, es decir, que hay cambio, a diferencia de los estados.73 “Reconocerse como sujeto sexual” implica un término que debe ser alcanzado para que podamos decir que ha tenido lugar. En contraste, el tiempo presente de la cláusula principal no delimita el evento. Además, por las condiciones de reflexividad estudiadas en estas construcciones de infinitivo, si cada uno de esos eventos modifica en mayor o menor medida a sus participantes, cada una de esas “actualizaciones” supone momentos de un proceso sin un fin en sí mismo. Podemos rastrear estos rasgos también en sustantivos abstractos que denotan acciones, como “práctica de sí” (19), “hermenéutica de sí” (12), “tecnología/técnica de sí” y “estéticas de la existencia” (16).

No podemos desarrollar exhaustivamente las multifacéticas operaciones aspectuales. A modo de síntesis, encontramos que la estructuración conceptual de los eventos señalados en todos los ejemplos impone una organización de la escena perfilada procesualmente, en la que el punto de inicio de la acción resulta menos prominente que las interacciones o los flujos desencadenados. Además del aspecto léxico, el componente sintáctico (sobre todo, los valores semánticos de los complementos reflexivos) es fundamental para captar la singularidad de las prácticas de sí. El lenguaje manifiesta de diversas maneras no referenciales los modos de subjetivación.

Foucault define la tarea filosófica con patrones lingüístico-cognitivos semejantes a los que describimos para el cultivo de sí: “una ‘ascesis’, un ejercicio de sí para el pensamiento”.74 Además, expresa su cambio de rumbo teórico en los términos de “juegos con él mismo”,75 es decir, una metáfora según la cual el sujeto se debate entre distintos sí mismos que representan distintos valores. En lugar de esconderlos, identifica en ellos la auténtica posibilidad de ser para la filosofía contemporánea. Tal juego reflexivo se funda en una curiosidad y en un riesgo: “¿Qué valdría el encarnizamiento del saber si solo hubiera de asegurar los conocimientos y no, en cierto modo y hasta donde se puede, el extravío del que conoce?”.76 Como apuntamos, las metáforas conceptuales son corrientes e indispensables en nuestra vida cotidiana. El lenguaje filosófico, sobre todo en el caso del pensador francés, cuya prosa exhibe cierta voluntad de estilo, permite extender, complejizar y focalizar otros elementos de los dominios involucrados en las metáforas convencionales. Es así que este empleo de “extravío” reviste valores positivos: un ejercicio perentorio de libertad en el contexto de labilidad de la disciplina percibido por el filósofo. Una perspectiva de problematización similar aparece en “¿Qué es la Ilustración?”. El interés del francés en la obra de Kant es la pregunta acerca del presente, que ilumina también las indagaciones de Foucault en la Antigüedad. La figura del dandi reúne las condiciones de ese agente peculiar de las prácticas de sí:

La actitud voluntaria de modernidad está ligada a un ascetismo indispensable. Ser moderno no es aceptarse a sí mismo tal como se es en el flujo de momentos que pasan; es tomarse a sí mismo como objeto de una elaboración ardua y compleja.77

La atención puesta en sí mismo ―sus acciones, su cuerpo, sus sentimientos, su vestimenta― produce un modo de existencia. No se trata de un ascetismo por fuera del mundo ni en entera oposición a él: “… el alto valor que tiene el presente es indisociable de la obstinación tanto en imaginarlo de modo distinto a lo que es, como en transformarlo, no destruyéndolo sino captándolo en lo que es”.78 Es una práctica libertaria pero no enteramente libre, puesto que nos obliga a la tarea de elaborarnos a nosotros mismos.

El ethos filosófico se expresa a través del mismo patrón lingüístico que habíamos reconocido en Historia de la sexualidad 2:79 voz pasiva, verbos de movimiento empleados metafóricamente, verbos de proceso interior o intelectual, reflexividad, progresividad. Foucault menciona también “una indagación histórica a través de los eventos que nos han llevado a constituirnos y a reconocernos como sujetos de lo que hacemos, pensamos, decimos”.80 La atelicidad aparece más explícitamente en la actitud experimental que busca su límite y la posibilidad de traspasarlo, para encontrarse con otro límite, y así “siempre estamos en posición de comenzar de nuevo”.81 Metafóricamente, traspasar el límite en ese juego de interrelaciones entre saber, poder y moral se asocia a una libertad que no se consigue de una vez y para siempre, sino que se constituye en inventivo modo de vida.

Consideraciones finales

Un interrogante que subrepticiamente acompañó nuestro desarrollo es el siguiente: ¿cuál habría sido la visión de Foucault acerca del cognitivismo?, ¿cómo habría descripto el entramado de relaciones que se cruzan en el concepto de cognición?, ¿qué hizo posible su existencia?, ¿qué saberes permite y cuáles obtura? Si no lo explicitamos antes fue porque no era nuestro propósito tal análisis. Cabe hacer, por lo menos sucintamente, una salvedad. Un análisis de las construcciones lingüísticas de Foucault sobre la base de, por ejemplo, las teorías chomskianas ―a la luz de la famosa polémica que protagonizaron en torno a nociones como las de naturaleza humana defendida por el norteamericano― sería, quizás válido para un generativista, pero ciertamente inútil o llanamente inaceptable para quienes siguen una óptica de análisis foucaultiana.

Dada la amplia concepción de lenguaje del cognitivismo, creemos que no existe una incompatibilidad teórica en emplear sus recursos teóricos y su metodología para leer algunos aspectos de la teoría foucaultiana. La ciencia cognitiva de las teorías filosóficas no se presenta como aparato externo y neutral para evaluar el lenguaje filosófico, sino que explicita y pone a disposición de estas, procedimientos lingüístico-cognitivos relativos a marcos teóricos e históricos específicos. De este modo, permite aprehender y revalorizar la singularidad de distintos planteos al habilitar un análisis crítico de la adecuación de la teoría a la cognición. Finalmente, favorece el acercamiento de la filosofía a la vida y, con ello, una ampliación de la experiencia en el mundo.

Específicamente, aquí desentrañamos algunas propiedades del sujeto, inescindible de un proceso de subjetivación en la teoría del filósofo francés, por medio de las metáforas y metonimias conceptuales, así como la estructuración sintáctico-semántica de los eventos y los participantes involucrados en estos. Ni realidad objetiva ni pura autodeterminación; el lenguaje relativo a las prácticas de sí revela un límite entre las posibilidades y coerciones del sujeto para “hacer (su) experiencia”. El margen de agentividad que encontramos especialmente delineado en las primeras páginas del segundo volumen de Historia de la sexualidad nos hace repensar la perspectiva de ese límite en esta y las anteriores obras del filósofo.

Referencias

George Lakoff y Mark Johnson, Philosophy in the Flesh: The Embodied Mind and its Challenge to Western Thought (Nueva York: Basic Books, 1999).

Michel Foucault, “Le sujet et le pouvoir”, Dits et écrits, vol. iv (París: Gallimard, 1994), 222.

Michel Foucault, 2.a ed. rev., trad. Martí Soler (Buenos Aires: Siglo XXI editores, [1984] 2008). En francés: Histoire de la sexualité 2: L'usage des plaisirs (París: Gallimard, 2013).

Ibíd., 12.

Ibíd.

La traducción del francés Le souci de soi como inquietud en vez de cuidado ha recibido críticas desde varios frentes. Ver: Edgardo Castro, Vocabulario de Michel Foucault (Buenos Aires: Prometeo, 2006); Michael Chasen, “Pierre Hadot y Michel Foucault: desde los ejercicios espirituales a las ‘prácticas de sí’”, Conferencia presentada en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guadalajara, Jalisco, México (2011, 17 de enero).

Michel Foucault, 2.a ed. rev., trad. Tomás Segovia (Buenos Aires: Siglo XXI editores, [1984] 2008).

Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto, trad. Horacio Pons (Madrid: Ediciones Akal, 2005).

Michel Foucault, “¿Qué es la Ilustración?”, (Buenos Aires, 1984), http://www.catedras.fsoc.uba.ar/mari/Archivos/HTML/Foucault_ilustracion.htm.

Iraide Ibarretxe-Antuñano y Javier Valenzuela (dirs.), Lingüística cognitiva (Barcelona: Anthropos, 2016).

Iraide Ibarretxe-Antuñano enfatiza que se suele pasar por alto el hecho de que paralelamente en Europa, en el marco del funcionalismo, se producen investigaciones que convergen con estas. “La lingüística cognitiva y su lugar en la historia de la lingüística”, Revista Española de Lingüística Aplicada, 26 (2013): 245-266.

Ronald Langacker, Foundations of Cognitive Grammar [vol. 1]: Theoretical Prerequisites (Standford: Standford University Press, 1987); Foundations of Cognitive Grammar [vol. 2]: Descriptive Application (Standford: Standford University Press, 1991); Grammar and Conceptualization, (Berlín: Mouton de Gruyter, 1999); (ed.) Investigations in Cognitive Grammar (Nueva York: Mouton de Gruyter, 2009).

Mark Johnson, The Body in the Mind: The Bodily Basis of Meaning, Imagination and Reason (Chicago: University of Chicago Press, 1987); The Meaning of the Body (Londres: University of Chicago Press, [1989] 2007); y Raymond W. Gibbs Jr. (ed.), Embodiment and Cognitive Science (Nueva York: Cambridge University Press, 2005).

Dirk Geeraerts y Hubert Cuyckens (eds.), The Oxford Handbook of Cognitive Linguistics (Nueva York: Oxford University Press, 2007).

Mark Johnson, The Meaning of the Body. Aesthetics of Human Understanding, (Chicago: The University of Chicago, 2007).

Ibíd., xii.

Los cruces entre la lingüística cognitiva y la filosofía de Michel Foucault se han orientado, por lo general y hasta el momento, hacia el análisis crítico del discurso. Ver, por ejemplo, Cognitive Linguistics in Critical Discourse Analysis [Hart & Lukeš 2007] y Meaning in Mind and Society. A Functional Contribution to the Social Turn in Cognitive Linguistics [Harder 2010]). No profundizaremos en esta línea de análisis en este trabajo.

Mark Johnson, “Philosophy’s debt to metaphor”, en Raymond W. Gibbs Jr. (ed.) (2008). Metaphor and Thought (Nueva York: Cambridge University Press, 2008), 39-53.

Lakoff y Johnson, Philosophy in the Flesh.

George Lakoff y Mark Johnson, Metaphors We Live By (Londres: The University of Chicago Press, [1987] 2003), 6.

La lingüística cognitiva habla de proyección (mapping, literalmente, ‘mapeo’) metafórica y no de sustitución entre los dominios o campos semánticos involucrados, entre cuyos elementos o casilleros (slots) se producen proyecciones parciales (George Lakoff y Mark Johnson, ibíd.).

Ver Emilia Castaño y Joseph Hilferty, “Metáfora y estructura conceptual”, Anuari de Filologia (2011), 1: 31-42.

Lakoff y Johnson, Metaphors We Live By, 341.

Ibíd.

Johnson, “Philosophy’s debt to metaphor”, 48.

Michel Foucault, Historia de la sexualidad 2, 35.

Ibíd., 9-19.

La hermenéutica del sujeto, 38.

Foucault, “¿Qué es la Ilustración?”

A pesar de que Foucault evita emplear el término “interior”, por ejemplo, en la clase del 6 de enero de 1982 (La hermenéutica del sujeto, 28), seguimos la terminología cognitivista en lo que respecta a la “interioridad” en sentido amplio. Moldeada por la experiencia en el mundo social y físico, y produciendo efectos al reintroducirse en este por medio del lenguaje, es claro que no se trata de una interioridad esencial, trascendente ni aséptica.

Ibíd., 66-67.

Ibíd., 54, 68, 71.

Lakoff y Johnson, Philosophy in the flesh, 267-289

Foucault, Historia de la sexualidad 3, 54.

George Lakoff y Mark Johsnon, Philosophy in the flesh, 269.

Langacker, Grammar and Conceptualization

En su estudio etimológico de la lengua, Michiel De Vaan indica que los compuestos de –currō tienen, por lo general, sentidos figurados, mientras que los de su participio pasado pasivo (cursum) siempre muestran el sentido de ‘correr’ más concretamente (Etymological Dictionary of Latin and Other Italian Languages [Leiden/Boston: Brill, 2008], 157). Esto se debe a que los derivados del segundo son más recientes, y, en la perspectiva diacrónica, se observa que, con el tiempo, los significados concretos de las palabras se amplían hasta incluir significados más abstractos, manteniendo con los primeros relaciones metafóricas o metonímicas (ver Eve Sweetser, From Etymology to Pragmatics [Cambridge: Cambridge University Press, 1990]).

Pensamientos, III, 14, citado en Michel Foucault, Historia de la sexualidad 2, 54.

Raymond W. Gibbs Jr. (ed.), Embodiment and Cognitive Science, 20.

Iraide Ibarretxe-Antuñano, Javier Valenzuela y Joseph Hilferty, “La semántica cognitiva”, en Iraide Ibarretxe-Antuñano y Javier Valenzuela (dirs.), Lingüística cognitiva, 46.

Henry George Lidell G. y Robert Scott (1940). AGreek-English Lexicon (Perseus Digital Library, Tufs University, [1940]), acceso el 5 de mayo de 2018, http://www.perseus.tufts.edu.

Lakoff y Johnson, Philosophy in the Flesh, 278.

Ibíd., 279.

i, 9, citado en Michel Foucault, Historia de la sexualidad 3, 56.

Lakoff y Johnson, Philosophy in the flesh, 279.

Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto, 28-29.

Michel Foucault, Dits et Écrits, 545.

Ronald Langacker, Grammar and Conceptualization, 23.

Ronald Langacker, ibíd.; Foundations of Cognitive Grammar [vol. 1]: Theoretical Prerequisites (Standford: Standford University Press, 1987).

En la cita de Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto, 28-29.

Raymond W. Gibbs Jr. (ed.), Embodiment and Cognitive Science, 20.

Lakoff y Johnson, Philosophy in the Flesh, 179.

Raymond W. Gibbs Jr., The Poetics of Mind (Nueva York: Oxford University Press, 1994),149.

Lakoff y Johnson, Philosophy in the Flesh, 277.

Langacker, Foundations of Cognitive Grammar [vol. 2].

Cristina López, Cuerpos, almas, sujetos, una lectura de Vigilar y Castigar en clave ontológica. Coloquio Internacional de Filosofía Política (Universidad de Lanús, julio de 2015), 6-7.

La frase es muy similar en el francés original: “faire l'expérience de lui-même” (Michel Foucault, Histoire de la sexualité 2, 5).

Foucault, “¿Qué es la Ilustración?”.

Foucault, Historia de la sexualidad 2, 51.

Jean-Cristophe Verstraete, “Scalar quantity implicatures and the interpretation of modality: problems in the deontic domain”, en Journal of Pragmatics, 37 (2005), 1401-1418.

Verstraete, “Scalar quantity implicatures”, 1416.

Foucault, Historia de la sexualidad 2, 9-19.

Langacker, Foundations of Cognitive Grammar [vol. 2].

Zeno Vendler, Linguistics in Philosophy (Ithaca, Nueva York: Cornell University Press, 1967).

Foucault, Historia de la sexualidad 2, 15.

Ibíd., 14.

Ibíd.

Foucault, Historia de la sexualidad 2.

Ibíd.

Foucault, Historia de loa sexualidad 2.

Foucault, “¿Qué es la Ilustración?”.

Ibíd.

Notas

22 Seguimos la convención de la lingüística cognitiva para la notación de las metáforas conceptuales en versalitas: el dominio meta es el dominio de origen.
29 En todos los casos, los subrayados y destaques tipográficos son nuestros: versalitas para la reflexividad, negritas para verbos o expresiones de proceso interno o intelectual, cursivas para verbos o expresiones de mando, subrayado para grados diversos de agentividad, gris para tiempos progresivos y sombreado para la atelicidad. Definiremos cada una de estas nociones a continuación.
30 La palabra “experiencia” aparece en repetidas ocasiones. Aquí citamos solo una porque forma construcciones muy diversas, aunque no demasiado complejas desde el punto de vista de la composición. Esto no significa que tenga poca relevancia; por el contrario, ampliamos este concepto en los siguientes apartados.
31 Aunque nunca sigue una exposición sistemática ni cronológica, el filósofo señala en varias oportunidades que no significa lo mismo en la Grecia clásica que en las escuelas helenístico-romanas. Muy sucintamente, distinguiremos que la primera estuvo orientada exclusivamente a los varones libres en el paso a la adultez de ciudadanos que, para gobernar sobre otros, primero debían poder gobernarse a sí mismos. Las prácticas de sí pierden el rasgo elitista en la época helenístico-romana y se dirigen al individuo por sí mismo y no en su calidad de ciudadano, sin que ello implique individualismo extremo ni elimine la intersubjetividad.
34 En este apartado, empleamos el término “sujeto” en el sentido que aquí se expone, propio de la lingüística cognitiva.
44 Por poner ejemplos cotidianos: “Estaba fuera de sí después de la decisión del árbitro” o “Estaba sacado/se sacó con la decisión del árbitro”; “Su repuesta me descolocó”; “No entendí esa parte, me perdí”.
47 La existencia de universales cognitivos es una deducción implícita o explícita en la mayoría de estas teorías. Sin embargo, estas también consideran que la cultura opera como un filtro (cultural sieve) a través del cual estas configuraciones se establecen. Aunque no nos detengamos en los detalles, no dejamos de considerar la cultura en la que se enmarcan las frases estudiadas en cada caso.
68 Nótese la diferencia entre este agente modal con el agente tradicional de las teorías de papeles semánticos, tratado en la sección anterior.
69 Por ejemplo, en “María puede irse temprano”, María es el agente modal y quien otorga el permiso (un padre o el director de la escuela) es la fuente.
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