Narrativas culturales de un espacio público modificado: desarrollo de nuevas relaciones con el espacio en el Paseo bayamés

Cultural narratives of a modified public space: Development of new relationships with space in Paseo Bayamés

Narrativas culturais de um espaço público modificado: desenvolvimento de novas relações com o espaço no Paseo Bayamés

Maylin Yero Perea
Universidad de Granma, Cuba

Narrativas culturales de un espacio público modificado: desarrollo de nuevas relaciones con el espacio en el Paseo bayamés

Enfoques, vol. XXXIV, núm. 2, pp. 57-86, 2022

Universidad Adventista del Plata

Recepción: 01 Diciembre 2016

Aprobación: 10 Diciembre 2021

Resumen: El presente artículo realiza una aproximación a la conformación de narrativas culturales, en las que se incluyen representaciones sociales y habitus a partir de cambios en el espacio público urbano y el desarrollo de nuevas formas de relación entre grupos e individuos y el espacio urbano. Incluye el análisis desde una visión integradora, al considerarlas como representaciones narrativas culturales. Estos estudios permiten acceder a abordajes desde múltiples disciplinas, los cuales contribuyen a la realización de investigaciones más integrales de la relación espacio público urbano-cultura-grupos sociales, así como las narrativas que nacen de esta correspondencia.

Palabras clave: Narrativas culturales — Cambios en el espacio público urbano — Códigos culturales — Identidad — Sociología de la cultura.

Abstract: The present article analyses one approximation to the build of cultural narratives, in those who it is included social representations and habitus, as of changes in the public urban space and the development of new forms of relations between groups and individual and the urban space. Include the analysis since a complete vision, to consider the representations as cultural narratives. These studies allow access to approaches from multiple disciplines, which contribute to the realization of more comprehensive investigations of the relations between public urban space-culture- social groups, as well as the narratives that are born from this correspondence.

Keywords: Cultural narratives — Changes in the public urban space — Cultural codes — Identity — Sociology of the culture.

Resumo: Este artigo faz uma abordagem sobre a formação de narrativas culturais, que incluem representações sociais e habitus a partir das mudanças no espaço público urbano e do desenvolvimento de novas formas de relacionamento entre grupos e indivíduos e o espaço urbano. Inclui a análise a partir de uma visão integradora, considerando-as como representações narrativas culturais. Esses estudos permitem o acesso a abordagens desde múltiplas disciplinas, que contribuem para a realização de pesquisas mais abrangentes sobre a relação entre espaço público urbano-cultura-grupos sociais, bem como as narrativas que surgem dessa correspondência.

Palavras-chave: Narrativas culturais — Mudanças no espaço público urbano — Códigos culturais — Identidade — Sociologia da cultura.

Introducción

La conformación de narrativas culturales en espacios públicos urbanos modificados evidencia las dinámicas de códigos culturales e identidad, y favorece el desarrollo de nuevas formas de relación entre grupos e individuos y el espacio urbano. Estas problemáticas inherentes al desarrollo de las ciudades pueden estudiarse desde múltiples disciplinas, entre las que se destaca la sociología de la cultura. Este enfoque es pertinente para realizar investigaciones más integrales de la relación espacio público urbano-cultura-grupos sociales, así como las narrativas que nacen de esta correspondencia.

Entre los espacios públicos emblemáticos de la ciudad de Bayamo, ubicada en la oriental provincia de Granma, Cuba, se erige el Paseo bayamés. Aunque es una de las ambientaciones citadinas más jóvenes, sus habitantes lo legitiman como uno de los íconos del Bayamo contemporáneo. En ese contexto, se realiza una investigación sistemática de su repercusión para la ciudad de Bayamo (provincia de Granma, Cuba) y sus pobladores.

El procesamiento del material discursivo, desde el análisis de contenido de datos cualitativos, evidencia la riqueza de matices y visiones respecto a un área urbana.

Textos culturales en el espacio público urbano

El espacio público urbano ha devenido configurador de mentalidades, formas de pensar y actuar que definen el perfil social de los individuos y grupos. Durante el siglo xx y hasta el presente, ha recibido gran atención por las ciencias sociales y humanísticas. Los símbolos, significaciones, signos, representaciones, imaginarios y narrativas de lo urbano, creados, desarrollados y transformados en la subjetividad de los grupos de individuos, han ganado mayor lugar e importancia en investigaciones de estos campos.

La comprensión de los espacios citadinos se concibe como una relación real (la realidad urbana), una forma específica compuesta de hechos y, a su vez, de representaciones e imágenes, siempre en curso de transformación.

Se relacionan de forma evidente con las vías de comunicación, los barrios, los edificios y las redes de servicios públicos. Son reveladores del pasado físico, social y económico. También fungen como sede de interrelaciones entre actores sociales, producción de bienes, servicios, ideas, normas y leyes, infraestructuras y el medio ecológico. En aras de lograr una mejor comprensión, es válido analizar dos conceptos medulares para la investigación: el espacio urbano y el espacio público urbano.

Por lo general, el espacio urbano sobrepasa los propios límites de la ciudad debido a la formación de grandes áreas metropolitanas periféricas agrupadas a su alrededor. “Está compuesto por una multitud de elementos que configuran una compleja estructura físico-arquitectónica donde se desenvuelven individuos, grupos y comunidades en una también compleja red de interrelaciones y comportamientos”.1 Es sede de prácticas sociales y culturales que propician la interacción de los individuos.

Lo urbano podría asociarse a un “ambiente social” que supone encuentros, conocimientos y reconocimientos, maneras de vivir, cuyo contexto tiene a la ciudad como polo dominante y coexistiendo con ella, y termina por cubrir, virtualmente, a toda la sociedad. Sobre la base económica de este tejido urbano, aparecen fenómenos de otro orden: el de la vida social y cultural.2

El espacio urbano incluye el sistema de espacios públicos, que son aquellos que ayudan a estructurar visual y funcionalmente a la ciudad. Este sistema jerarquiza y caracteriza el entorno urbano. Funciona como conector entre las actividades realizadas en ámbitos privados y, a la vez, contienen otras relacionadas con el encuentro, la confrontación y el intercambio, las cuales tienen un carácter eminentemente colectivo, inspirador de la imaginación e identificación individual.3

Por tanto, el espacio público urbano es el espacio de redes o tejido de relaciones sociales, precarias, fugaces,4 que aun así permiten cierto tipo de vínculo social que da coherencia al comportamiento de los actores para comunicarse y también para movilizarse. Resulta el espacio privilegiado de nexos entre las subjetividades de los individuos, los grupos y las comunidades.

Se le atribuyen tres dimensiones:5 urbanística, referida a materialidad y legibilidad, relacionada con el territorio, entornos construidos y trayectos físicos; política, en consonancia con políticas de producción de ciudad, enfocada en la promoción de una mayor participación de los individuos en la construcción de sus espacios; y sociocultural, reconocida como el espacio vivido por los actores, que enfatiza en la calidad del espacio público, la relación entre las construcciones y sus entornos, y la necesidad de crear espacios bellos.

Resulta valioso para este trabajo el reconocimiento no solo de las cualidades asociadas al espacio físico, sino de la incidencia de la participación en los procesos de construcción y la apropiación espacial realizada por los grupos incluidos en la dimensión sociocultural.

Al limitar esta última a los aspectos enunciados anteriormente, no se contemplan en ella los imaginarios, las representaciones y los habitus relacionados con las áreas de la ciudad, que se expresan en discursos y narrativas de los grupos de ciudadanos respecto a diferentes espacios urbanos. Estas posiciones muestran la búsqueda que tiene lugar a nivel teórico acerca de la imbricación del espacio público urbano y las relaciones culturales de las que es partícipe. El reconocimiento de la potencialidad simbólica de este espacio y las redes que en él tienen lugar permiten avanzar hacia concepciones que fortalezcan la presencia de lo cultural.

Esta presencia media en las relaciones (y construcciones) de los grupos humanos y ha recibido diferentes miradas desde múltiples ciencias y disciplinas. En la literatura revisada se aprecian diferencias según el reconocimiento de la producción simbólica y las significaciones compartidas.

  1. 1. Enfoques que privilegian la visión de la cultura como conjunto de ideas, valores, normas, signos y artefactos, ligadas a una tradición particular, a una lengua y a un territorio. Coloca los componentes en el mismo nivel de generalidad.6
  2. 2. Definiciones que desarrollan la vinculación con la hegemonía, en las relaciones de poder y la economía. Reconocen el caudal simbólico, pero no profundizan en él.7
  3. 3. Punto de vista que jerarquiza la naturaleza simbólica de los procesos culturales. Esta perspectiva la integran dos direcciones:
    • Una visualiza el aspecto aglutinador de prácticas y articulador de la interrelación de los grupos en la sociedad.8

    • La otra enfatiza en la articulación de discursos y significados.9

En el marco de esta última, se evidencia el carácter textual de la cultura, pertinente para esta investigación. En ella, se asume la concepción de cultura en términos de texto conformado por una (la) dimensión simbólica (inherente a toda forma de actividad humana), que se manifiesta en los mensajes y en la acción, por medio de los cuales los miembros de un grupo (se) piensan y representan a sí mismos, (a) su contexto social y al mundo que los rodea.

Todas las culturas construyen de un modo determinado sus propios universos simbólicos, que interpretan los fenómenos y las actividades humanas.10 Estos sistemas de significantes intervienen en la producción de prácticas culturales manifiestas y ameritan otros acercamientos al análisis social de instituciones y formaciones específicamente culturales.

Desde el análisis de textos y contextos que motivan la acción social, es reconocida en la cultura la eficacia causal del sentimiento, la creencia y la emoción de la vida social. También son necesarios los símbolos colectivos y la innovación de los significados, apreciables en las propuestas de autores como Clifford Geertz, Néstor García Canclini, Jeffrey Alexander y Mario Margulis.11

El reconocimiento de las acciones sociales en un marco de significación cultural que permite la solidaridad y la acción colectiva12 propone alcanzar una perspectiva multidimensional, soportada en la mediación de los códigos culturales dentro de la sociología de la cultura.

El programa fuerte recoloca en la teoría sociológica contemporánea los discursos y significantes presentes en las instituciones y la acción social. Este punto de vista contempla la cultura como fuerza activa presente y actuante en todos los fenómenos de la sociedad. En su corpus teórico se encuentra la idea de que toda acción, independientemente de su carácter instrumental, reflexivo o coercitivo, se ubica en un horizonte emotivo y significativo.13

En la construcción social del entramado simbólico y sus elementos distintivos también es pertinente el par cultura internalizada y cultura objetivada.14 La primera está conformada por pautas de significado, creencias, representaciones, significados y valores; la segunda son las expresiones simbólicas tangibles, entre las que pueden citarse edificios, prácticas, rituales u objetos cotidianos, religiosos y artísticos a partir de los cuales los actores expresan significados.

Aunque Pierre Bourdieu desestima la segunda (la cultura objetivada o las expresiones culturales físicas no son propiamente cultura, sino soporte de esta), la presente investigación distingue su imbricación y unión indisoluble con la primera. En este trabajo, se utilizan las dos como conceptos complementarios. Ello permite contemplar el nexo entre cambios en el espacio físico (en este caso en el espacio público urbano) y las construcciones discursivas asociadas a ellos (vistos como narrativas culturales).

En este ámbito de relaciones, se encuentran los elementos físicos del espacio público urbano, como contraparte de la cultura internalizada. Los imaginarios asociados a este espacio complementan sus expresiones tangibles (que conforman la cultura objetivada) realizándose su apropiación individual y colectiva.

Desde estas definiciones, los aspectos significativos o simbólicos no se entienden como algo sobrepuesto a lo social, sino como elementos constitutivos y una dimensión necesaria de todas las prácticas humanas.15 A diferencia de la cultura objetivada, la cultura interiorizada como construcciones simbólicas (expresadas en forma de habitus, representaciones sociales, narrativas culturales) ha sido menos estudiada, especialmente por las dificultades teóricas y metodológicas que implica su aprehensión.

Esta cultura que atraviesa los ámbitos sociales no es un ente homogéneo ni monolítico. No es innata ni instintiva. No se recibe por herencia, desde el punto de vista genético, sino que se aprende durante los primeros años de la existencia y contiene una gran carga emotiva. Es un fenómeno de grupo, compartido por seres humanos que viven en sociedades y a quienes la presión social confiere bastante uniformidad.

A su vez, contiene en sí lo igual y lo diferente, y cambia, se modifica de una manera gradual y constante. Posee patrones de conducta estandarizados que indican lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. Muchas de estas conductas se concretan en estilos de vida marcados por el entorno urbano, que pautan ritmos y procesos de vida de individuos y grupos.

El “lugar antropológico” y el “no lugar”16 abordan dos realidades de intercambio con el espacio. Una y otra inciden en las formas de socialización de individuos y grupos respecto a la inclusión del lugar y su percepción. Ubicado entre ambos, Isaac Joseph, citado por Jesús Martín Barbero, coloca el enclave de transición, definido como “los intervalos, las secretas continuidades en la reconfiguración del espacio público y el sentido del socius”.17 En ellos, la identidad del lugar no llega a perderse definitivamente.

La tríada formada por lugar antropológico, enclave de transición y no lugar, contiene el devenir de cualquier entorno urbano. Estos tres conceptos incluyen la funcionalidad orgánica del espacio propio y colectivo, los procesos de cambio acelerado y el tránsito hacia otras formas de relación, de sociabilidad, que se efectúan en las ciudades. Reconoce, además, la organización del espacio y la constitución de lugares en el interior de un mismo grupo social como una de las modalidades de las prácticas colectivas e individuales.

El concepto de apropiación espacial establece nociones esclarecedoras sobre las relaciones culturales establecidas por los actores sociales en el espacio urbano. La apropiación del espacio se refiere a las formas en que los individuos hacen suyos ciertos espacios, los nombran y recrean a partir de determinadas imágenes y narrativas.18 Esta se efectúa por medio de narrativas y marcas que construyen los actores.

En formas de discursos sobre los territorios, las narrativas especifican los límites construidos y simbólicos de la ciudad, por lo que el espacio se liga a actos nominativos. Igualmente, expresan los vínculos identitarios y conforman una dialéctica entre la satisfacción y la insatisfacción, entre lo propio y lo ajeno, y muestran las maneras en que los actores se asocian con los espacios que recorren.19 Para este estudio del contexto bayamés, resultan muy importantes las narrativas culturales, lo cual muestra la pertinencia del esclarecimiento de este concepto.

Las marcas son imágenes que proporcionan los espacios urbanos y se expresan en elementos concretos: en publicidad, grafittis, escaparates o vitrinas. Lourdes Neri20 avala su explicación mediante las intervenciones urbanísticas, las vitrinas y los nombres.

Tanto narrativas como marcas expresan la relación establecida por los actores sociales y el espacio. Los individuos y grupos se vinculan a los lugares gracias a procesos simbólicos y afectivos que permiten la construcción de lazos y sentimientos de pertenencia. Esta dinámica no es estable sino construida y constructora de la realidad físico-geográfica y, mediante ella, también de la sociedad de la que forman parte.21

En este proceso, intervienen elementos del entorno físico22 empleados en la construcción de una imagen mental del espacio urbano. Entre ellos, algunos participan en la construcción de símbolos.

Llamados prototípicos, los elementos geográficos (ríos, montañas, lagos), los monumentos y, en general, determinados componentes arquitectónicos o urbanísticos propios y característicos de un entorno específico resultan importantes en configuraciones simbólicas. Estos atributos o rasgos distintivos son subjetivamente (y colectivamente) seleccionados y valorizados, y funcionan a su vez como símbolos que delimitan el espacio de la mismidad identitaria.

Para “leer”23 la imagen urbana, deben considerarse las distinciones de las áreas urbanas que se deben analizar respecto a otras. Es necesario tomar en cuenta diversos elementos, su visibilidad, su fuerza o debilidad de imagen, conexiones, inconexiones, aciertos o desaciertos en la estructura potencial de la imagen, y también descripciones, ubicaciones, bosquejos, recorridos imaginarios.

La legibilidad es de importancia decisiva en el escenario urbano cuando se consideran los medioambientes en la escala urbana de tamaño, tiempo y complejidad, por lo que no debemos limitarnos a considerar la ciudad como cosa en sí, sino la ciudad en cuanto percibida y reconocida por los habitantes.

Una perspectiva que muestra pertinencia para esta investigación, a juicio de su autora, es el análisis de ciudad como texto cultural. Enunciado por el sociólogo argentino Mario Margulis, la ciudad funge como construcción social e histórica, expresión de múltiples aspectos de la vida de individuos y grupos, y ente que transmite sus significaciones. En resumen, “… puede ser considerada expresión de la cultura y texto descifrable”.24

El poder en sus diferentes formas de expresión, las articulaciones espaciales de la ciudad, las disposiciones urbanísticas, sus usos, formas y estéticas, la trama de acciones cotidianas de sus habitantes, las huellas de las interacciones, las prácticas y las fuerzas sociales que en ella intervienen, sus luchas y contradicciones,25 unidos a otros elementos de la disposición y desarrollo citadinos, conforman el texto de la ciudad. En él, las configuraciones urbanas van adquiriendo nuevas significaciones, son decodificadas de forma diferente por los grupos que les otorgan distinto uso o las perciben y vivencian de manera nueva.

Cada grupo aprecia y usa de forma distinta los significantes urbanos. En este proceso, intervienen códigos culturales que contribuyen a imaginar y vivenciar la ciudad. De esta manera, se desarrollan ciudades paralelas y simultáneas pero heterogéneas si se las distingue desde la intimidad de las vivencias de los diversos grupos de habitantes.

El contexto bayamés necesita una investigación que se acerque a las diversas miradas que quienes lo habitan realizan de la ciudad, considerando la funcionalidad dentro del entorno local. La perspectiva de abordar los espacios de la cuidad como entes en construcción permite acceder al complejo mundo de los imaginarios urbanos, representaciones, discursos y narrativas que complementan la cultura objetivada a nivel social. Como parte de la cultura internalizada, fortalecen o debilitan formas de relación entre actores sociales y grupos que inciden en el espacio público urbano. Es preciso reconocer lo cultural actuante en la intersubjetividad expresada en formas discursivas sobre lo urbano, cuya existencia favorece la pluralidad de miradas acerca de este fenómeno.

Como resultado, los actores sociales “comparten el mismo tiempo y espacio y transitan en una ciudad que se vuelve subjetivamente múltiple, donde los modos de la realidad se superponen sin tocarse, en mundos de vida que responden a historias, ritmos, memorias y futuros diferentes”.26 Estos mundos dispares de grupos e individuos son atravesados por el accionar de códigos culturales.

Estas estructuras han recibido diferentes miradas desde la literatura. Alexander distingue un largo continuum en los estudios sociológicos: en obras de Max Weber, Talcott Parson, Émile Durkheim, Clifford Geertz, investigaciones de la Escuela de Birminghan, Escuela de Frankfurt y en el corpus teórico de Bourdieu y Foucault.

Se les reconoce en el tejido cultural junto a narrativas y símbolos que constituyen redes de significado. Son comprendidos como categorías estructuradas que “hacen significativas las vidas de las personas y sus sociedades, como los modos en que los actores sociales impregnan de sentimiento y significación sus mundos”.27

Funcionan como construcciones de sentido con carácter social, coherencia e inteligibilidad.28 Se encuentran insertas en la noción de cultura, contemplada como sistemas compartidos de códigos de la significación29 que hacen posibles la comunicación, el reconocimiento y la interacción. A su vez, implican una organización jerárquica del conocimiento y refiere los principios que regulan los sistemas de significado.30

Esta investigación asume los códigos culturales como estructuras de significación construidas socialmente, que regulan las maneras de percibir y apreciar de los actores sociales, influyen en su procesamiento del tiempo y el espacio, ordenan valores, creencias, relaciones, hábitos y prácticas sociales.

Los grupos humanos que transitan la ciudad establecen vínculos afectivos con algunos espacios urbanos y relaciones de identidad o indiferencia respecto a partes del territorio. Hay espacios que suscitan sentimientos asociados a recuerdos e impresiones, que intervienen en la representación de esta área.

Los usos, las prácticas reiteradas y los comportamientos también signan zonas determinadas. Los ciudadanos marcan un ritmo y cualifican el espacio con sus conductas que, repetidas, crean narrativas en diferentes sitios de la ciudad. No se trata solo de las edificaciones y calles, sino de los principales usos (comerciales, financieros, de servicios) y su correspondencia con la manera de vivir de transeúntes y residentes.

Luego de examinar las ideas de Margulis y contextualizarlas en el objeto de la presente investigación, la autora percibe peculiaridades en la realidad bayamesa que la conducen al reconocimiento del carácter procesual y cíclico con que tiene lugar en la interacción de estos códigos cotidianamente, aspecto este que enriquece y completa el enfoque. Ello supone relaciones de causalidad y consecuencia por las cuales, a partir de los vínculos afectivos con algunos espacios públicos urbanos, se establecen relaciones de identidad que hacen a los individuos y grupos “marcar” los espacios con los que interactúan cotidianamente. Estas marcas simbólicas, a su vez, inciden en la distinción de las prácticas y los usos del espacio. Es por ello que para este estudio se recolocan estos códigos y se examina su relación con énfasis en el proceso: (a) la afectividad y la identificación como configuradoras de (b) marcas simbólicas y su incidencia en (c) las prácticas.


Figura 1.

Perspectiva de la ciudad como texto cultural con énfasis en el proceso

elaborado por la autora basándose en las ideas de M. Margulis, 2009

Esta perspectiva permite obtener una lectura cultural más completa de construcciones discursivas en torno a imaginarios y representaciones sociales del espacio bayamés. Toma en consideración este caso, donde hay espacios que suscitan sentimientos asociados a recuerdos, aspiraciones y sueños, que intervienen en la configuración de narrativas en un área y conforman prácticas y modos de comportarse.

La novedad del análisis presentado se vincula a la correspondencia entre los códigos que, al facilitar el reconocimiento del carácter procesual y cíclico implícito en la apropiación del espacio público urbano, favorece la visualización de pautas culturales asociadas a su representación.

En síntesis, el espacio público urbano influye en la configuración de narrativas y discursos de los sujetos sociales, que le otorgan significados. Estas producciones culturales intervienen en su percepción, en la construcción de imágenes e imaginarios de la ciudad, representaciones de lo urbano, del entorno dentro del cual los actores se identifican y relacionan.

Estas aportaciones incitan a repensar las ciudades, para situar a los hombres en el espacio, junto a la conciencia cultural de esa relación. En ellas, se evidencian abordajes a las diversas concepciones de la vida, los sistemas cognitivo-culturales construidos en y por los contextos urbanos.

El espacio público urbano y sus dimensiones favorecen el tejido de narrativas articuladoras del texto cultural citadino. La presencia de lo cultural como eje que atraviesa lo social es el punto de partida de la indagación. Resulta ineludible observar la diversidad presente en el imaginario citadino introducida por los actores sociales.

Transitando el Paseo bayamés: algunas construcciones a propósito del tema

Datos de las primeras fases de este estudio31 han mostrado las configuraciones esenciales de las representaciones sociales del espacio público urbano bayamés y sus diferencias por cada uno de los tres tramos. En él se ha concebido la siguiente lógica metodológica:

  1. 1. Acercamiento preliminar para determinar los cambios efectuados en el espacio público urbano, el arco temporal y el objeto de estudio.
  2. 2. Estudio de representaciones sociales.
  3. 3. Análisis interpretativo de las representaciones sociales.

Las fases 1 y 2 se detallan brevemente para facilitar la comprensión de la fase 3, a la cual se refiere este artículo. En la fase 1, primeramente, se efectuó un levantamiento de los cambios efectuados en el espacio público urbano bayamés, para lo cual se utilizaron diferentes técnicas para la recogida de información: consulta a expertos,32 observación y elaboración de un banco de imágenes fotográficas.

Otro momento en esta fase fue el que implicó la selección del área de estudio y la muestra.

Con la finalidad de visualizar diferentes aristas de un proceso de cambio que se desarrolla en Bayamo, donde prevalecen unas áreas de la ciudad sobre otras, se utilizó la triangulación de datos a partir del análisis de estudios precedentes, efectuadas en el contexto bayamés.33

Es válido señalar que estos acercamientos favorecen miradas desde el arte público y la imagen urbana. También se realizó un estudio exploratorio con grupos de trabajo que conforman la dirección de consejos populares representativos de las cuatro zonas poblacionales de Bayamo, y nuevamente fueron contrastados estos resultados con el criterio de los expertos.

El trabajo se realizó con una muestra de tipo intencional no probabilística. La intencionalidad responde a la identificación de un área urbana donde se concretaron con mayor impacto cuantitativo y cualitativo esos cambios, por lo cual resultan imprescindibles los conocimientos y la actitud de los sujetos residentes.

Este tipo de muestreo se fundamenta en el conocimiento y la aptitud de los entrevistados para informar sobre el tema de estudio. Se trabaja con grupos para obtener una “opinión grupal”: “Especie de autoridad socializada que examina opiniones acerca de la temática en cuestión, las valora libremente según patrones que el mismo grupo establece, teniendo efecto un ajuste grupal de opiniones, por la propia dinámica interna”.34 La intención de trabajar con grupos y no con individuos aislados responde a la posibilidad que ello ofrece de identificar los rasgos comunes, derivados de la ubicación de los actores en la estructura social. Participaron en el cuestionario grupal un total de 75 sujetos residentes.

En este caso, las representaciones sociales se obtuvieron a partir de la triangulación de datos, recopilados a partir de la aplicación de varias técnicas contenidas en el instrumental de la teoría de las representaciones sociales y en la metodología científica general.

En la fase 3, para el procesamiento y la identificación de los códigos culturales, se realizó un análisis interpretativo que parte del método de análisis del discurso desarrollado con énfasis por la lingüística y la teoría de la comunicación y se nutre de recursos de otras disciplinas, como se explica más adelante. La elección del análisis interpretativo para esta fase del estudio se fundamenta a partir de la comprensión de la representación social como discurso o narrativa, como un modelo de texto que es posible descifrar desde la visión de la cultura.

Las nociones de textualidad y la de contextualidad en función de la interpretación35 ofrecen asideros para este estudio. Entre los componentes del texto analizados se encuentran los siguientes:

  1. 1. Referenciales. Intervienen en la modelación de la realidad. En ellos se inserta la capacidad de los actores para identificar la percepción de la ciudad mediante determinado conjunto de cualidades esenciales.
  2. 2. Temáticos. Aquellos que por su propia cuenta desarrollan activamente el tema.
  3. 3. Coherencia del texto. Se aprecia como la propiedad de un texto, aparentemente inconexo, de alcanzar credibilidad y coherencia a partir de su relación con los elementos contextuales del entorno y los actores.

En esta investigación, el texto, o sea, los discursos en torno a las visiones (de sujetos residentes, líderes comunitarios y grupos de especialistas) del espacio urbano modificado se obtienen en la fase 2 del estudio, mediante la aplicación de instrumentos de la teoría de las representaciones sociales.

Desde el punto de vista contextual, intervienen la situación específica (tiempo, lugar, circunstancias) y otras características del contexto que enriquecen los significados atribuidos por residentes, líderes comunitarios y especialistas al espacio citadino.

El análisis interpretativo propuesto toma del análisis del discurso la explicación de la producción discursiva desde el contexto que la enuncia y el texto construido, considerándola como una práctica social que sugiere relaciones entre los actores sociales y su percepción del espacio citadino modificado en el período histórico estudiado.

Entre las afluencias epistémicas que fertilizan este punto de partida dotándolo de transdisciplinariedad, resultan reconocibles la sociología urbana (en la comprensión de las dimensiones del espacio público urbano y la simbólica urbana); la semiótica (para el análisis de signos verbales, visuales, auditivos y gestuales); la semántica (en la aprehensión de significados tanto lingüísticos como lógicos); y la hermenéutica (en un acercamiento a la interpretación como actividad cognitiva humana) a fin de obtener una perspectiva más completa en el análisis de los textos36 en los que se expresan las representaciones sociales.

Esta perspectiva múltiple del objeto de estudio adquiere su mayor singularidad al colocarlo en el escenario de lo social para analizar, bajo el enfoque rector de la sociología de la cultura, las producciones simbólicas contenidas en los códigos que configuran las representaciones sociales a partir de los cambios.

Para leer el texto cultural de la ciudad,37 es necesario contemplar la subjetividad múltiple en ella, muy relacionada con las diferentes apropiaciones del espacio realizadas por los grupos de actores sociales. En este marco, resulta imprescindible el análisis sociológico del contexto, que incide en la reformulación de códigos culturales y se expresa en las lecturas.

Las diferencias presentes en el contenido del texto de un grupo respecto a otros (al contrastar las representaciones sociales de diferentes grupos) presentan el sesgo de determinadas realidades sociales vivenciadas diariamente, que inciden en la producción creadora de significaciones al interior de estos grupos.

Este modelo interpretativo contribuye a una perspectiva multidimensional, al desentrañar aristas de las narrativas culturales. En los acercamientos a los hechos sociales y a la búsqueda de su comprensión en el texto cultural, ofrece una perspectiva más completa de la realidad y sus matices, y establece una armónica relación entre sujeto y objeto. Esto, unido a estudios del devenir histórico del período, complementa la información.

La utilización de este modelo implica tomar en consideración las narrativas de las representaciones, sus contenidos, el entorno y su carácter histórico social, lo cual otorga mayor confiabilidad a este trabajo. Su hibridez permite una aprehensión más integradora del objeto de estudio, mediante un “enfoque abierto y sujeto a progresiones dialécticas”.38

A continuación, se detallan los procedimientos para sujetos residentes, líderes comunitarios y grupos de especialistas.

En un primer momento, una vez que se obtuvo la representación social de cada grupo, se procesaron los códigos culturales subyacentes a partir de las pautas de análisis que proporciona el enfoque de la ciudad como texto, siguiendo la propuesta de Mario Margulis,39 lo que permitió ubicarlos de acuerdo a criterios como la afectividad y la identificación con el espacio público urbano modificado, el marcaje simbólico y los usos yprácticas en dicho espacio, sin desestimar las diferencias y aparentes contradicciones que develó el análisis, y todo el caudal de significaciones presentes en el texto.

Para líderes comunitarios y grupos de especialistas, de forma particular, se empleó una interrogante concreta en el propio cuestionario40 dirigida a obtener su visión de lo que conscientemente identificaban como códigos culturales mediadores de la representación del espacio público de la ciudad.

Un segundo momento fue dedicado a contrastar la información de los códigos culturales de cada grupo obtenida en el primer momento. Con ello, se perseguía obtener una visión más completa en la representación del espacio público urbano modificado, evitando sesgos comunes, lo cual no invalida la importancia de cada discurso. Un aspecto muy valioso en este momento de la investigación fue el análisis actitudinal de las narrativas propias de cada grupo. El último momento corresponde exactamente con la interpretación de los códigos culturales, a fin de mostrar la incidencia de la realidad social en sus diferentes aristas y matices.

Los participantes en este estudio se dividieron en sujetos residentes, líderes comunitarios y grupos de especialistas. Entre los sujetos residentes muestreados (75) se observa superioridad de adultos de la tercera edad (un 54,66 % del total muestreado), los cuales, unidos al grupo de edades de 45 a 49 años (el 20 % de la muestra), se convierten en los más representados.

El sexo más representado es el femenino, con un 61,33 %, lo cual se corresponde con el predominio de este género en estadísticas del Consejo Popular San Juan-El Cristo. En cuanto a su nivel escolar, del total de la muestra, el 44 % son graduados universitarios; el 20 %, técnicos medios; el 14,66 %, obreros calificados; el 6,66 % son graduados de duodécimo grado y el 14,66%, de noveno grado. Por su ocupación, se distribuyen de la siguiente manera: 2,66 % son obreros; 10,66 %, técnicos medios; 24 %, profesionales; 48 %, jubilados; y 14,66 %, amas de casa.

Lecturas culturales expresadas en las formas discursivas de las representaciones sociales

En el proceso de conformación de las representaciones del espacio público urbano bayamés, se aprecia una interrelación entre aspectos subjetivos y objetivos, ya que la necesidad de cambio y progreso conspira a favor del mismo, con la voluntad política de llevarlo a vías de hecho. A su vez, las modificaciones que tienen lugar en el entorno citadino transforman la subjetividad de los individuos y grupos, y actualizan sus representaciones.

La relación directa con el entorno en que viven y su identificación con el espacio público urbano se refleja en la acepción positiva de esta idea entre los residentes.

En cuanto a la ruptura con la imagen tradicional de la ciudad, fue tomada como positiva por residentes del tramo 3, quienes no solo se basan en lo acaecido a la ciudad, sino en los beneficios obtenidos de la construcción de este tramo del Paseo.

Para los residentes del tramo 2, tuvo un carácter negativo. Los residentes del tramo en cuestión poseen un sentimiento identitario muy fuerte. Para ellos, la ruptura con la imagen tradicional se asocia a pérdida de los valores históricos o menosprecio del acervo bayamés.

Aunque la mitad de los muestreados en este tramo son mayores de 60 años, no es este el tramo de mayor presencia de adultos mayores. Es válido destacar que en el tramo 2, más de la mitad de los integrantes de la muestra no nacieron en la ciudad, aunque llevan más de 20 años viviendo en ella.

Aunque estamos orgullosos de ser bayameses, por los cambios, estos no se corresponden con la imagen tradicional de la ciudad. Realmente tiene poco que ver con la historia de Bayamo. La historia es muy buena y ahora hay una imagen mejor que la que se tenía, pero no tiene mucho que ver con ella”.41

El ideal de la ciudad floreciente, centro del comercio de rescate durante el pasado colonial, persiste en las mentalidades de los bayameses. Desde el punto de vista sociológico, es curioso este resultado cuando estudios históricos han demostrado que el comercio de rescate se prolonga hasta el siglo xviii y, sin embargo, persiste en la memoria colectiva presente. El pasado histórico mantiene una significación para los bayameses actuales, que se consideran herederos de esta tradición. Resulta interesante este detalle, especialmente cuando las investigaciones de la historia local demuestran que después del incendio de la ciudad, en 1869, los habitantes de entonces se dispersaron, especialmente las familias patricias. Vecinos de zonas aledañas, en su mayoría proespañoles, de los que descienden los bayameses actuales, repoblaron la ciudad.

En el tratamiento del cambio se aprecia un apego a lo tradicional comenzando por la imagen misma de su espacio público urbano. Este reclamo también se expone en el discurso que pondera la salida de la “inercia”, pero señala el dominio de un “falso concepto de modernidad”. La presencia de este último es significativo pues, aunque se clasifica como artificial o simulado, contiene la oposición a la tradición: la modernidad.

Estas tendencias aparentemente dicotómicas (tradición-modernidad) exponen un movimiento que tiene lugar a nivel de mentalidades y que se expresa en la representación de la ciudad: ansias de cambio, necesidad de avance. Los bayameses se han quedado mirando a un pasado admirado, soñando con las glorias de antaño, y recién ha comenzado el camino a la materialización de estas aspiraciones, no siempre con el resultado más feliz. Este elemento se condensa en un discurso relacionado con la ruptura con la imagen tradicional de la ciudad, pues reconoce “la pérdida de valores patrimoniales” y a la vez el “gran impacto social al combinar lo comercial y cultural en un espacio de socialización”.

Los sujetos residentes se encuentran más comprometidos con la historia y las tradiciones de la ciudad, lo cual se observa en su posición ante el cambio de imagen de la ciudad. No obstante, el saber, la preocupación y el sentir de los residentes no deben desdeñarse. Las representaciones sociales de la ciudad de Bayamo después de los cambios se construyen desde la heterogeneidad de sus habitantes y las contradicciones presentes en los residentes del Paseo reflejan los complejos fenómenos que tienen lugar en la psiquis de una muestra de los habitantes de uno de los espacios públicos urbanos más modificados en esta ciudad.

El reconocimiento de un avance es un fenómeno notorio y manifiesto, experimentado a diario por los bayameses, pero esto no implica una absoluta satisfacción con los resultados ni el cese de cuestionamientos hacia determinadas soluciones, como el caso del tratamiento de las infraestructuras y de la imagen proyectada por el espacio público urbano de General García, donde se ubica el Paseo.

Con aciertos y desaciertos, con mayor o menor margen de participación, el cambio de imagen de la ciudad dio entrada a las aspiraciones de los bayameses en lo concerniente a su hábitat. La connotación simbólica de este proceso de deconstrucción y renovación es innegable.

De los códigos culturales que actúan en la representación social de Bayamo después de los cambios, se desprenden vertientes fundamentales con importante incidencia en la actualización simbólica de la percepción de la ciudad: la imagen tradicional, la identidad local y la ubicación físico- espacial de los grupos.

Estos elementos se expresan como imagen de Bayamo en tanto ciudad histórica, incendiada, rebelde, cuna de patriotas, con ruinas del incendio (imagen tradicional), apego al espacio (considerado propio), necesidades de velar por su cuidado y limpieza (identidad local) y diferencias en la relación de los grupos e individuos con el espacio en que viven y transitan diariamente según la porción de este que ocupen (ubicación física-espacial de los grupos). Como puede apreciarse, las tres se encuentran muy relacionadas entre sí.

Esta tríada atraviesa la dinámica de afectos, marcas simbólicas y usos y prácticas, e irrumpe de forma discreta una y otra vez. Los tres están presentes, con matices, en el núcleo central de las representaciones. De estos discursos, pueden extraerse lecturas que se expresan de diferentes maneras.

Relacionadas con la identidad local

Entre las lecturas obtenidas, las siguientes se relacionan con elementos de la identidad local, de ser y de sentirse bayameses.

  1. 1. Enfoque flexible, inclusivo, abierto a los cambios. En ella, se aprecian los cambios como favorecedores de una apertura hacia lenguajes y tendencias más contemporáneas. La ciudad va en avance, a tono con los tiempos. Los actores sociales muestreados valoran como positiva esta situación.

    Esta postura se presenta en los sujetos residentes nacidos en el área de estudio (residentes de los tramos 1 y 3).

  2. 2. Enfoque que celebra los aspectos positivos de los cambios, aunque reconoce las acciones desacertadas que tuvieron lugar. Como parte del discurso alternativo emergen estos puntos de vista que preconizan la importancia de la nueva imagen bayamesa sin dejar de reconocer cómo la participación de los habitantes y el tratamiento del diseño de la faz citadina han incidido negativamente (residentes del tramo 2).

    Entre los residentes que asumen esta postura resulta significativo señalar la presencia de no nacidos en el área de estudio, quienes logran un mayor distanciamiento de su identificación con el entorno. Esto les permite emitir juicios de valor fuertemente anclados en la experiencia de la cotidianeidad en esta área.

  3. 3. Enfoque que privilegia el sentido de participación de los bayameses en las transformaciones del espacio público urbano. Este punto de vista tiene dos vertientes expresadas de forma negativa y alternativa. La primera se focaliza en el irrespeto hacia los residentes del Paseo y bayameses en general, que no se sintieron partícipes del curso del cambio (residentes de los tramos 1 y 2).

    La presencia de jubilados (muy fuerte en los tramos 1 y 2) indica adultos mayores de gran permanencia en el área de estudio, lo cual amerita un tratamiento diferenciado en la ejecución de empresas de esta índole. Los residentes de estos tramos que se sienten irrespetados muestran su sensibilidad y compromiso con el entorno inmediato: su hogar.

Relacionadas con la ubicación física-espacial de los grupos de sujetos residentes

En el área del Paseo, accionan diferentes establecimientos: instituciones culturales, unidades gastronómicas, comercios de productos industriales, comercios de alimentos y unidades de servicios. La presencia y la cantidad de establecimientos en cada tramo influyen en la configuración de un ambiente característico de cada uno.

La afirmación anterior se ejemplifica en los contrastes entre las consideraciones de los sujetos residentes: en el tramo 1, “colas, ruido, rapidez, indisciplinas ciudadanas” y, en el tramo 3, “calma, belleza, silencio, gente bien vestida”.

Relacionadas con las formas de relación, de sociabilidad

La modificación del espacio público urbano ha contribuido a la proliferación de formas de relación individual y grupal. Se aprecian matices en ellas:

  1. 1. Espacio de paseo, ocio, sede de relaciones efímeras y casuales.
  2. 2. Lugar de reunión de grupos con diferentes finalidades:
    • Participación en actividades culturales.

    • Espacio “tomado” por grupos de adolescentes y jóvenes los fines de semana.

    • Lugar de tránsito diario de trabajadores de los establecimientos enclavados en el Paseo.

    • Jubilados que acuden al mercado en las mañanas.

    • Wifinautas o wiferos.

Estos últimos configuran grupos heterogéneos de reunión y son más recientes que los primeros. Sus integrantes tienen diferentes edades y formación, pero están unidos por un mismo objetivo: la “red de redes”. Su concentración es mayor en el tramo 1 (dada su cercanía a las antenas), pues desde mediados de 2015 el Paseo bayamés es una de las áreas abiertas de la ciudad con conexión a internet mediante tecnología wifi. El confinamiento a raíz de la covid-19 introdujo variantes en esta forma de reunión, que en la actualidad puede apreciarse de manera más discreta y fundamentalmente entre adolescentes y jóvenes.

  1. 1. 3. Expresiones de educación formal. Relacionadas con:
    • Forma de vestir para ir al Paseo.

    • Expresión de formas características de los grupos (grupos de adolescentes exhibiendo “su jerga”).

    • Parejas de adultos y jóvenes con manifestaciones de cortesía (fundamentalmente asiduos a restaurantes).

    • Niños pequeños jugando en la calle bajo la supervisión de adultos.

    • Espera para acceder a unidades comerciales y de servicios (Banco Popular de Ahorro, Banco de Crédito y Comercio, mercados, unidades de comercio de productos industriales, entre otros).

    • Indisciplinas ciudadanas (alteración del orden público).

Este proceso transformador no solo ha renovado percepciones e imaginarios, sino que ha conformado pautas de comportamiento diferentes. Es la expresión de un complejo ciclo de aristas objetivas y subjetivas.

El cambio en el espacio público urbano bayamés, producto de las condicionantes subjetivas, vuelve a iniciar el movimiento de las representaciones del espacio urbano. La nueva condición física contribuye a la reconfiguración de códigos culturales que se expresan en el ajuste de las representaciones sociales, traducidas en pautas de comportamiento en ese espacio. Esto puede apreciarse en la figura 2.


Figura 2.

Proceso cíclico de relación entre condicionantes subjetivas y objetivas relacionadas con la representación social del espacio público urbano

elaborado por la autora

Esta figura introduce la graficación del proceso acaecido en Bayamo a raíz de las modificaciones en su espacio público urbano. Resulta comprensible que se trata de un fenómeno procesual, donde cada uno de los elementos presentados en la figura 2 se halla en constante interacción con los que lo rodean. Los componentes de este conjunto no están aislados ni existen por sí mismos.

La condicionalidad subjetiva parte de la realidad material porque incluye un conjunto de aspiraciones de los bayameses sobre su ciudad. Estos anhelos vieron la luz primero a nivel de planes urbanos42 y fueron materializándose de forma paulatina en los años noventa con los cambios en el espacio público urbano.

El cambio físico suscitó diferentes formas de recepción que introdujeron variaciones en las representaciones sociales del espacio modificado. Al surgir nuevas dinámicas de relación en el Paseo bayamés (relación con el entorno, con el público que circula e interactúa, con las instituciones culturales, unidades de servicios y gastronómicas, de comercio de productos industriales y de alimentos) los grupos lo incorporan a sus visiones funcionales del mundo, o sea, a sus representaciones de la realidad.

Los cambios en estas construcciones colectivas introducen modificaciones en la identificación de los bayameses con el espacio peatonal de General García, lo cual incide en una reformulación del marcaje simbólico que participa en el afianzamiento de nuevos usos sociales de esta calle.

Al establecer un paralelo entre las formas de sociabilidad antes43 y después de 1998, se evidencian cambios sustanciales que pueden apreciarse en las lecturas relacionadas con este aspecto. Las nuevas formas de relación traspasan la subjetividad colectiva, que repercute en la materialización de cambios en el espacio público urbano.

De esta manera, se completa el ciclo de la relación entre lo ideal y lo material, reflejo de la realidad, en el caso bayamés. No es posible referirse a cambios en el espacio público urbano per se, sino que es necesario tomar en cuenta la complejidad oculta tras la aparente sencillez de transformaciones físicas, que expresan las condiciones materiales y espirituales de existencia de los actores sociales.

Conclusiones

Los cambios producidos en el espacio urbano expresan un punto de giro en las representaciones sociales de Bayamo, en la que actúan códigos culturales conformadores de nuevas prácticas y formas de sociabilidad.

Los núcleos centrales de las representaciones sociales de sujetos residentes del Paseo contemplan elementos de carácter positivo respecto a la imagen de la ciudad con énfasis en la belleza, la cultura, el desarrollo, las tradiciones, la identidad y la historia, y relegan elementos negativos a la periferia.

Esta investigación coloca los códigos culturales (afectividad e identificación con algunos espacios urbanos; configuración de marcas simbólicas, y usos y prácticas reiteradas que se vuelven habituales) en el mismo nivel de inclusión porque los tres median, inciden y conforman imaginarios, con diferentes niveles de influencia, pero marcando la connotación cultural en la relación imaginario-espacio urbano. Estos códigos culturales abordados configuran narrativas o discursos (en este caso, estudiadas en las representaciones sociales de la ciudad) en torno al espacio público urbano.

En las formas discursivas de las representaciones sociales se aprecian elementos negativos y positivos, enunciados por los sujetos residentes, líderes comunitarios y grupos de especialistas, que aportan matices a los códigos. Los grupos de especialistas, y en menor medida los sujetos residentes, introducen otra visión, alternativa, que contempla el asunto a tratar de forma más inclusiva. Cuanto más rica esta sea, mejor podrá el grupo en cuestión percibir la complejidad y la diversidad presentes en la realidad. Ello propicia que haya contrastes, más marcados cuanto mayores son las diferencias entre la profesión de los especialistas y la cotidianeidad de los habitantes de los tramos 1, 2 y 3 del Paseo.

Se aprecia una superioridad de elementos positivos entre los sujetos residentes, los líderes comunitarios y los especialistas de Patrimonio, quienes se encuentran muy identificados con los cambios y su incidencia en la vida del área de estudio. Los elementos negativos son más comunes entre los críticos y, en menor medida, los artistas de la plástica, pues su ejercicio profesional les permite asumir esta visión con mayor facilidad. Su compromiso con la ciudad y su sentido de pertenencia los impulsan a observar este matiz para solucionar la situación que le da origen. El discurso alternativo es recurrente entre los urbanistas. El sesgo de su profesión favorece una mirada integradora que valora lo positivo, pero reconoce lo negativo, y muestra la dialéctica presente en cualquier proceso de este tipo.

Las percepciones de sujetos residentes, líderes comunitarios y grupos de especialistas se complementan y permiten acceder a una visión integradora más cercana a los matices diversos de la realidad social presente en el espacio público urbano modificado.

Los códigos culturales que actúan en las representaciones sociales de Bayamo conforman un entramado con ideas recurrentes en las formas discursivas analizadas. Esta dinámica permite elaborar lecturas relacionadas con identidad local, ubicación física-espacial y formas de sociabilidad. Se visualiza la flexibilidad del proceso cíclico de relación entre condicionantes subjetivas y objetivas relacionadas con las representaciones sociales del espacio público urbano, en el área de estudio.

Referencias

1 Sergi Valera, “Estudio de la relación entre el espacio simbólico urbano y los procesos de identidad social”, Revista de Psicología Social 12, n.º 1 (1997): 17.

2 Véase Henri Lefebvre, De lo rural a lo urbano (Madrid: Ediciones Península, 1973).

3 Véanse Eliana Cárdenas, “Expresión formal y significación en la arquitectura”, Arquitectura y Urbanismo 12, n.º 1 (1991): 38-49; Eliana Cárdenas, “Uso y significado del espacio público”, Arquitectura y Urbanismo 20, n.º 3 (1999): 10-19; Eliana Cárdenas, “La recuperación de la ciudad como necesidad impostergable”, Arquitectura y Urbanismo 21, n.º 3 (2000): 24-34; Mario Coyula, “El traje se empieza por el ojal”, Arquitectura y Urbanismo 21, n.º 1 (2000): 69-71.

4 Véase Cárdenas, “Uso y significado del espacio público”, 10-19.

5 Jordi Borja, “Siete puntos para el debate ciudadano”, https://bit.ly/3RtkuzK; Jordi Borja y Zaida Muxí, “El espacio público, ciudad y ciudadanía”, https://bit.ly/3KVTy9p.

6 En este enfoque, véanse Edward Burnett Taylor, La ciencia de la cultura (Madrid: Editorial Península, 1979); Franz Boas, The social organization and secret societies of the Kwakiutl Indians (New York: Report of the United States National Museum, 1897); Franz Boas, Cuestiones fundamentales de antropología cultural (Barcelona: Círculo de Lectores, 1990); Bronislaw Malinowski, Los argonautas del Pacífico Occidental (Madrid: Editorial Península, 1973); Bronislaw Malinowski, Crimen y costumbres en la sociedad salvaje (Barcelona: Editorial Ariel, 1982); Michael J. Daniels, “Latent and manifest function in the Theory and Research of Bronislaw Malinowski”, http://www.libinfo.vark.edu/aas/issues/1952vs/v5a27.pdf; David Dwyer, “The institution as the analytical unit of culture”, https://bit.ly/3ewm6Kw.

7 Dentro de esta perspectiva, véanse Michel Foucault, La arqueología del saber (México: Editorial Siglo XXI, 1969); Michel Foucault, Microfísica del poder (Madrid: Ediciones La Piqueta, 1978); Arjun Appadurai, “Disyunción y diferencia en la economía cultural global”, Criterios, cuarta época n.º 33 (2002): 13-39; Daniel Mato, Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder (Caracas: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y CEAP, FACES, Universidad Central de Venezuela, 2002): 21-46; George Yúdice, El recurso de la cultura: usos de la cultura en la era global (La Habana: Ciencias Sociales, 2006); Ramfis Ayús, La aventura antropológica: cultura, poder, economía y lenguaje (La Habana: Ciencias Sociales, 2007).

8 En esta dirección, véanse Raymond Williams, Sociología de la cultura (Barcelona: Paidós, 1994); Néstor García Canclini, Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad (México: Editorial Grijalbo, 1990); Néstor García Canclini, Consumidores y ciudadanos: conflictos multiculturales de la globalización (México: Editorial Grijalbo, 1995); Jesús Martín-Barbero, De los medios a las mediaciones: comunicación, cultura y hegemonía (Bogotá, D. C.: Ediciones Gustavo Gili S. A., 2003); Luis Britto, El imperio contracultural: del rock a la postmodernidad (Ciudad de La Habana: Editorial Arte y Literatura, 2005); Julián Arturo, “Estudios contemporáneos de cultura y antropología urbana”, http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/maguare/article/.

9 En esta otra dirección, pueden verse Claude Levi-Strauss, “El análisis estructural en lingüística y antropología”, Journal of the Linguistic Circle of New York 1, n.º 2 (1945): 1-21; Umberto Eco, Sociología contra psicoanálisis (Madrid: Martínez Roca, 1974); Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (Barcelona: Editorial Gedisa, 2003); Pierre Bourdieu, Sociología y cultura (México D. F.: Editorial Grijalbo S. A., 1990); Iuri Lotman, La semiósfera i: semiótica de la cultura y del texto (Valéncia: Frónesis Cátedra, Universitat de Valéncia, 1996); Iuri Lotman, La semiósfera ii: semiótica de la cultura, del texto, de la conducta y del espacio (Valéncia: Frónesis Cátedra, Universitat de Valéncia, 1998); Jeffrey C. Alexander, Sociología cultural: formas de clasificación de las sociedades complejas (México: Anthropos Editorial, 2000); Mario Margulis, Sociología de la cultura: conceptos y problemas (Buenos Aires: Editorial Biblos, 2009); Rosa María Guerrero, “El enfoque cultural en las ciencias sociales: premisas y aportes de la teoría de las representaciones sociales a los estudios sociológicos”, https://bit.ly/3qjDdBP.

10 Véase Geertz, La interpretación de las culturas, 20.

11 Véanse Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (Barcelona: Editorial Gedisa, 2003); Néstor García Canclini, Consumidores y ciudadanos: conflictos multiculturales de la globalización (México: Editorial Grijalbo, 1995); Jeffrey C. Alexander, Sociología cultural: formas de clasificación de las sociedades complejas (México: Anthropos Editorial, 2000); Mario Margulis, Sociología de la cultura: conceptos y problemas (Buenos Aires: Editorial Biblos, 2009).

14 Véase Bourdieu, Sociología y cultura, 110- 114.

16 Véase Marc Augé, Los no lugares espacios del anonimato: una antropología de la sobremodernidad (Barcelona: Editorial Gedisa, 2000).

17 Jesús Martín-Barbero, “Mediaciones urbanas y nuevos escenarios de comunicación”, Sociedad 5 (1995): 42.

18 Véanse Jordi Borja, La ciudad conquistada (Madrid: Alianza Editorial, 2003) y Lourdes Neri, “El espacio público urbano como generador de la integración social en los vecindarios Roma y Condesa de la Ciudad de México, 1985-2008” (tesis inédita de maestría, Universidad Autónoma de México, 2010).

19 Lourdes Neri, “El espacio público urbano”, 54.

20 Ibid., p. 55.

22 Véanse Kevin Lynch, La imagen de la ciudad (La Habana: Instituto del Libro, 1970); Jordi Borja, La ciudad conquistada (Madrid: Alianza Editorial, 2003) y Patricia Safa, “Identidad urbana. El estudio de las identidades vecinales: una propuesta metodológica”, http://www.insumisos.com/biblioteca/Identidad%20urbana.pdf.

23 Véase Kevin Lynch, La imagen de la ciudad (La Habana: Instituto del Libro, 1970).

24 Margulis, Sociología de la cultura, 87.

25 Ibid., 89.

26 Ibid., 92.

27 Alexander, Sociología cultural, 129.

28 Margulis, Sociología de la cultura, 34.

29 Ibid., 87.

30 Basil Bernstein, Clase, código y control: hacia una teoría de las trasmisiones educativas (Madrid: Akal Universitaria, 1988).

31 Maylin Yero Perea, “Incidencia del espacio público urbano modificado en las narrativas culturales: representaciones sociales del ‘Paseo bayamés’ como construcciones culturales”, Enfoques 27, n.º 2 (2015): 81-111, uap.edu.ar/wp-content/uploads/2015/12/2015/-2-Enfoques-Yero-Perea.pdf.

33 Algunos de ellos son Danelis Gómez, “Arte y cotidianidad: ¿desafiando utopías?” (trabajo inédito de diplomas, Universidad de Oriente, 2008); Alfonso. Carulla, “Propuesta de ordenanzas para nuevas intervenciones en el Centro Histórico de Bayamo” (tesis inédita de maestría, Universidad de Camagüey, 2003); José Alberto Zayas, “Lineamientos urbanísticos para la calidad de la imagen” (tesis inédita de maestría, Universidad de La Habana, 2003); Eiracia Valera, “Del monumento conmemorativo a la escultura ambiental, ruptura y continuidad en Bayamo: 2001-2012” (tesis inédita de maestría, Universidad de Oriente, 2012); Yania Socarrás, “Espacios públicos y arte público en el Bayamo actual” (informe de investigación, Casa de la Nacionalidad Cubana, 2013).

34 Luis Álvarez y Gaspar Barreto, El arte de investigar el arte (Santiago de Cuba: Editorial Oriente, 2010), 401.

35 Gilliam Brown y George Yule, Análisis del discurso (Madrid: Visor, 1993).

36 Véanse Francisco Alvira et al., Selección de lecturas de metodología, métodos y técnicas de investigación social II, ed. Por María Elena Pérez Herrera (La Habana: Editorial Félix Varela, 2005); Álvarez y Barreto, El arte de investigar el arte, 236.

37 Véase Mario Margulis, Sociología de la cultura.

38 Álvarez y Barreto, El arte de investigar el arte, 96.

39 Véase Mario Margulis, Sociología de la cultura.

42 Véase Pedro Rosell et al., “Análisis y política de desarrollo urbano de la ciudad de Bayamo” (informe inédito, Dirección Provincial de Planificación Física Granma, 1979).

43 Véase Iliana Orozco “La representación de lo local en la plástica bayamesa. 1990- 2005” (tesis inédita de doctorado, Universidad de Oriente, 2008).

Notas

12 Como expresan en sus obras los autores agrupados en la primera dirección del ítem c.
13 Puede constatarse en las obras de Alexander, 2000; Monsivás, 2001 y Vite, 2003, referenciadas anteriormente.
15 Véase Guerrero, “El enfoque cultural en las ciencias sociales”.
21 Patricia Safa, “Identidad urbana. El estudio de las identidades vecinales: una propuesta metodológica”, http://www.insumisos.com/biblioteca/Identidad%20urbana.pdf, 4.
32 En el proceso de selección, se tuvieron en cuenta los siguientes criterios: (a) experiencia laboral en áreas vinculadas a la temática a investigar, (b) actualización sobre el tema en cuestión (alta calificación, amplia experiencia, se encuentran en vínculo directo con el proceso que se estudia), y (c) realización de investigaciones sobre la temática que se les consulta (tutorías, participación en eventos, conferencias).
40 La presencia de estos dos niveles en la entrevista a líderes comunitarios y grupos de especialistas constituye una fortaleza de este instrumento, pues permite revelar tanto el contenido de lo cultural que de forma consciente ellos aprecian, como aquellos que subyacen en sus representaciones sociales del contexto bayamés, de forma automática.
41 Este texto es la transcripción de las narrativas obtenidas en el trabajo con los residentes de los tres tramos del Paseo. Esta afirmación es común en sus expresiones.

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