Nota crítica al constructivismo social desde la mirada de Carlos I. Massini-Correas
A critical note on social constructivism from the viewpoint of Carlos I. Massini-Correas
Uma nota crítica sobre o construtivismo social, do ponto de vista de Carlos I. Massini-Correas
Nota crítica al constructivismo social desde la mirada de Carlos I. Massini-Correas
Enfoques, vol. XXXIV, núm. 2, pp. 1-12, 2022
Universidad Adventista del Plata
Recepción: 28 Septiembre 2021
Aprobación: 01 Diciembre 2021
Resumen: Este trabajo tiene como objetivo hacer una breve y acotada crítica a la corriente de pensamiento conocida como constructivismo social. Esta se hará siguiendo el planteo que el Dr. Carlos Ignacio Massini-Correas propone en su libro Alternativas a la ética contemporánea: constructivismo y realismo ético, publicado en diciembre de 2019 por la editorial Rialp. En este sentido, se realiza un recorrido sumario del libro prestando especial atención a los argumentos que esgrime Massini-Correas y otros autores por él citados, al momento de cuestionar los postulados del constructivismo ético.
Palabras clave: Constructivismo social — Massini-Correas — K Gergen — Ética — Psicología.
Abstract: This work aims to make a brief and narrow critique of the current of thought known as social constructionism. It will be done following the approach that Dr. Carlos Ignacio Massini-Correas proposes in his book Alternativas a la ética contemporánea: constructivismo y realismo ético, published in December 2019 by Rialp. In this sense, a summary tour of the book is made paying special attention to the arguments put forward by Massini-Correas, and other authors cited by him, when questioning the postulates of ethical constructionism.
Keywords: Social constructionism — Massini-Correas — K Gergen — Ethics — Psychology.
Resumo: O objectivo deste artigo é fazer uma breve e limitada crítica da corrente de pensamento conhecida como construtivismo social. Será feito seguindo a abordagem proposta pelo Dr. Carlos Ignacio Massini-Correas no seu livro Alternativas a la ética contemporánea: constructivismo y realismo ético, publicado em Dezembro de 2019 pela Rialp. Neste sentido, é apresentado um resumo do livro, prestando especial atenção aos argumentos que Massini-Correas, e outros autores por ele citados, empregam quando questionam os postulados do construtivismo ético.
Palavras-chave: Construtivismo social — Massini-Correas — K Gergen — Ética — Psicología.
Introducción
Al iniciar el libro III de la Metafísica, Aristóteles deja bien claro: “Los que quieren investigar con éxito han de comenzar por plantear bien las dificultades, pues el éxito posterior consiste en la solución de las dudas anteriores, y no es posible soltar [el nudo], si se desconoce la atadura…”. Profundizando en la misma idea, el Filósofo, a renglón seguido, sostiene:
Los que investigan sin haberse planteado antes las aporías son semejantes a los que desconocen a dónde se debe ir, y, además, ni siquiera conocen si alguna vez han encontrado o no lo buscado; pues el fin no es manifiesto para quien así procede, pero para el que se ha planteado antes las dificultades, sí es manifiesto. Además, es evidente que está en mejores condiciones para juzgar el que ha oído, como si fuesen partes litigantes, todos los argumentos opuestos.1
Al terminar la lectura del libro que aquí examinamos —Alternativas a la ética contemporánea: constructivismo y realismo ético— de Carlos Massini-Correas, publicado en 2019 por la editorial Rialp, incluso al revisar el índice de este, uno tiene la convicción de que el autor ha cumplido acabadamente con el itinerario indicado por Aristóteles: (a) ha identificado y catalogado las dificultades (aporía); (b) las ha recorrido minuciosamente (diaporeîn) y, por último; (c) ha encontrado la salida feliz o solución más adecuada (euporeîn).2
El libro consta de un prólogo, a cargo del filósofo español Rafael Alvira, de una introducción, de una primera parte titulada “El constructivismo ético”, de una segunda parte denominada “El realismo ético, de las conclusiones” y, finalmente, de un apéndice dedicado a la filosofía moral de Elizabeth Ascombe.
El libro posee diversos puntos para destacar, empero nos detendremos en el ejemplar uso que ha hecho Massini-Correas del método dialéctico de las posiciones contrarias, antes señalado por Aristóteles. Si bien el autor conoce a la perfección las numerosas taxonomías de la ética contemporánea,3 en su afán de síntesis se pregunta si todas ellas pueden reducirse a solo dos “que puedan ser distinguidas de modo radical y concluyente en las que se pueda dividir de modo categórico la totalidad del pensamiento práctico-ético hodierno”.4
El autor argentino logra ubicar y representar con gran precisión las dos posiciones buscadas, y lo hace estudiando a los autores más representativos de los siglos xx y xxi. A estas dos líneas centrales, las denomina cognitivista o realista, y constructivista.
La primera supone que se pueden conocer realidades morales distintas del entendimiento mismo y, por el envés, la segunda, afirma que las ideas morales son el resultado de meros esquemas conceptuales. Si bien Massini-Correas aclara que entre estas dos posturas podría ubicarse el nihilismo ético,5 muestra que desde el punto de vista estrictamente lógico las doctrinas morales son realistas o son constructivistas; no habría un tertium genus. Dicho de otro modo, o bien el contenido de las normas éticas se conoce, o bien se construye.6 El autor nomina con un lenguaje contemporáneo a lo que estimo que son las mismas dos corrientes que históricamente se han contrapuesto y han atravesado, mutatis mutandis, a toda la historia de la filosofía, a saber, la de aquellos que sostienen el principio de contradicción y la de aquellos que lo niegan.
Tanto a los docentes como a los investigadores en el campo de la ética les resultará sumamente provechosa la criba que Massini-Correas realiza en la primera parte del libro de la corriente conocida como constructivismo ético; tanto es así que me llevó a seguir el rastro que el mismo autor iba dejando a través de sus citas, argumentos, precisiones, sugerentes ideas y notables síntesis. Allí nos concentraremos en lo que sigue del presente escrito, puntualmente en una de sus variantes: el constructivismo social.
El constructivismo social
En la actualidad, nos encontramos con el escenario de que para diversas corrientes de la psicología los fenómenos mentales no son más que constructos y la realidad como tal no existe, pues ella ya es un producto subjetivo. Frente a este panorama, y teniendo en cuenta la fuerte repercusión que suelen tener estas corrientes denominadas constructivistas en diversos ámbitos —incluso existe la llamada psicoterapia constructivista—,7 nos ha parecido oportuno hacer un breve análisis filosófico de una de las ramas de dicho constructivismo, en este caso, el constructivismo social.
Si bien, según Feixas y Villegas,8 existen más de doscientos tipos de constructivismos, todos comparten algunas notas comunes. A fin de resumirlo en pocas palabras, conviene acudir a las palabras de Martín Echeverría: “Es el sujeto (observador) quien activamente construye el conocimiento del mundo exterior, y que la realidad puede ser interpretada en distintas formas. Así, la idea de adquirir un conocimiento “verdadero” acerca de la realidad se desvanece”.9 Para autores como Glasersfeld, es injustificado hablar de conocimiento como representación de un mundo objetivo. Para Kelly, un constructo mental puede ser coherente o incoherente, útil o inútil, pero nunca verdadero o falso.10 En todo caso, según Gergen, se puede hablar de una viabilidad psicológica.
A continuación, intentaremos situar el constructivismo social en el ámbito de la psicología contemporánea y exponer algunos de sus puntos nodales. Concretamente, nos focalizaremos en uno de los representantes más conocidos de esta corriente, el psicólogo americano recién mencionado Keneth Gergen y en la réplica que le hace el filósofo y psicólogo alemán Volker Gadenne,11 autor oportunamente citado por Massini-Correas en su libro.
La importancia de Gergen viene dada por varios motivos. Primero, porque la aparición en 1973 de su artículo “Social Psychology as History”12 marcó el comienzo de una profunda renovación de la psicología social. Segundo, porque su obra ha ejercido, y continúa haciéndolo, una vasta influencia en otros autores y en los ámbitos académicos. Finalmente, porque representa quizás la posición más extrema del constructivismo, la cual se denomina social constructionism.
Para Gergen, la estructura social humana es el elemento esencial en la determinación del conocimiento de la realidad. Dicho de otro modo, el conocimiento es una construcción social, reproducida por medio de operaciones lingüísticas.13 Nótese que para el psicólogo americano la instancia constructora no es ni el individuo ni el cerebro, sino una comunidad lingüística determinada.
Veamos un ejemplo, traído por el mismo Gergen, a fin de entender mejor su posición.14 ¿Cuál es la verdadera definición de mesa?, se pregunta Gergen. Para él,15 se trata de un cuerpo sólido, de unos treinta kilogramos, color marrón, inodoro, etc. Ahora bien, para un físico atómico esa mesa es una figura de partículas elementales con espacio vacío entre ellas. Un psicólogo podrá sostener que el color no es una propiedad real de la mesa. El biólogo dirá que para un perro la mesa no es inodora en absoluto. Y así podríamos seguir. Pero entonces, ¿cuál es la mesa real? Al parecer, la respuesta depende del observador, de sus capacidades cognitivas y de sus intereses. Teniendo en cuenta todo esto, ¿podemos decir que existe una mesa real?, preguntará Gergen. Pero incluso su cuestionamiento va más a fondo y se plantea si puede haber algo así como un yo.16
En esta línea constructivista, “el sujeto no es nada más que el engranaje de operaciones lingüísticas en las cuales se desenvuelve, es decir, el sujeto es una “construcción conversacional”. En consecuencia, la persona identifica un sentido compartido de sí mismo solamente en las formas conversacionales en las que participa, surgiendo esta identificación desde los roles sociales que uno desempeña en ciertos contextos. Por ejemplo, ser “estudiante”, ser “profesor”, ser “padre”, entre muchos otros. Para el construccionismo social, el sujeto es la mera ejecución de un rol permitido por los términos lingüísticos previos que la sustentan”.17
Otro ejemplo que ofrece Gergen18 es el siguiente: la afirmación “La tierra es redonda y no plana” no es verdadera ni falsa en el sentido de que coincida con lo que realmente existe. Lo que sucede es que es más práctico seguir el juego lingüístico “mundo redondo” cuando, por ejemplo, volamos desde Kansas hasta Colonia. Sin embargo, el juego lingüístico “mundo plano” es más útil cuando nos movemos dentro del mismo estado de Kansas. Para Gergen, tampoco es verdad sin más que el mundo esté hecho de átomos, aunque el “juego lingüístico átomo” es muy útil en física. También podemos decir que el hombre tiene alma dentro del juego lingüístico “religión”. En suma, las comunidades construyen su mundo desarrollando determinados juegos lingüísticos y formas de vida. Y en esos mundos puede haber átomos, alma, etc., o también puede no haberlos.
Para el constructivismo social, estos postulados no se reducen al orden teórico, sino que tienen una poderosa trascendencia política. Si nuestras ideas no son ni verdaderas ni falsas, entonces tenemos libertad de construir el mundo de un modo o de otro. Pero si alguien se esfuerza en decir que el mundo es de determinada manera —es decir, es objetivo— inmediatamente hay que preguntarse sobre los intereses que están detrás de esa supuesta objetividad o a quién se beneficia con tal postura con pretensiones de universalidad.
Por ejemplo, para Gergen las clasificaciones de las enfermedades psíquicas podrían estar al servicio del negociado de los medicamentos correspondientes a esa enfermedad.19 O cabe preguntarse qué intereses hay detrás del modo en que los poderosos construyen grupos sociales tales como afroamericanos, islamitas, drogadictos, sidosos.
Nuestro autor también hace referencia a las graves consecuencias que han dejado las verdades supuestamente objetivas: el esfuerzo de las ciencias por dar con teorías de validez universal conduce al imperialismo cultural.20 La investigación experimental y el pensamiento planeado en términos de causa-efecto en las ciencias sociales sirve a quienes quieren controlar a los otros. Y la enumeración podría continuar.
Pero Gergen es aún más osado y sostiene que podríamos construir nuevos mundos donde lo que actualmente se nos cuenta que podría ser de otra manera. Se nos ha dicho que la fuerza de la gravedad nos fija a la tierra, que los hombres no pueden volar como los pájaros y que el cáncer es mortal. Pero con nuestro lenguaje podríamos construir otro mundo en el que no hubiera fuerza de gravedad, ni cáncer y en el que los hombres se parecieran a los pájaros.21
Más adelante,22 Gergen cita la pregunta obligada que podría hacerle cualquier persona de a pie. ¿Es que no hay cosas reales como la muerte? Gergen muestra comprensión con esta pregunta, pero pone el foco en nuestro modo dualista-occidental de proceder cuando ponemos etiquetas como real o verdadero. Al usar estas etiquetas, nos cerramos a la posibilidad de pensar de otra manera y clausuramos el diálogo.23 Si mi idea es verdadera, ergo la de otros es falsa. Real y verdadero son medios para hacer valer e imponer nuestros propios puntos de vista, sentencia Gergen.
Dicho lo anterior, ahora la pregunta surge desde nosotros. Si no hay ni verdaderos ni falsos, al menos, ¿no habrá algo que sea verdadero? Es decir, lo que el mismo constructivismo propone. Gergen evita la respuesta a esto diciendo que dicha objeción es propia de una idea típica de la racionalidad occidental. Para Gergen, es irrelevante la cuestión de la verdad o la validez lógica. Por ello, él no afirma que el constructivismo es verdadero24 ni que sus argumentos tengan validez universal. Gergen afirma que el constructivismo es tan solo una invitación, como una invitación a danzar o al juego.25 El autor dice que invita al diálogo para construir un mundo mejor.
¿Pero cómo sabe Gergen que ese mundo será mejor? ¿Será porque su propuesta tiene algo bueno que ofrecer? Y si eso es bueno, ¿será cierto o verdadero, aunque sea para un grupo de personas? Estas preguntas pueden abrir ciertas objeciones concretas al constructivismo social. Veámosla brevemente retomando los mismos planteos del psicólogo americano.
Algunas objeciones al constructivismo social
Ahora bien, el ejemplo que da Gergen no supone ninguna dificultad para el realista o para la filosofía en sí. La mesa tiene muchas propiedades diferentes que pueden definirse desde diversas perspectivas, y ninguna agota esa realidad llamada mesa. Además, esas definiciones no se excluyen unas a otras. Que la mesa esté compuesta por átomos no excluye, por ejemplo, sus propiedades perceptibles o su utilidad para apoyar diversos elementos.
Además, tal como muestra en su libro el profesor Massini-Correas, el realismo o postura filosófica que sostiene que se pueden conocer cosas no afirma que se pueda definir perfectamente toda la realidad. Dicho en términos medievales, que se puedan conocer las esencias de las cosas no significa que las conozca plenamente, pero sí es verdad que podemos conocer con claridad y distinción suficientes —o sea, esencialmente— las diferentes realidades. Lo que no alcanzamos es a conocerlas con total perfección.26
Ahora bien, el constructivismo suele ladrarle al árbol equivocado, como recuerda Massini-Correas. O para decirlo en términos lógicos, el constructivismo suele armar un muñeco de paja en torno al tema. Y a ese árbol o muñeco lo suelen llamar realismo ingenuo u objetivismo, y este sostendría que se puede conocer la realidad natural de un modo total y absoluto. Pero, como sostiene Massini-Correas, “esta argumentación es claramente ilusoria, toda vez que, de la afirmación obvia de que el mundo no puede conocerse total y absolutamente, no se sigue que no pueda conocerse de alguna manera y en algunos de sus aspectos o dimensiones”.27
La afirmación metalingüística “‘A’ es verdad” es exactamente tan creíble o no creíble como la proposición “A”. Para convencer a mi oyente yo tendría que aportar razones que justifiquen mi afirmación (informes médicos, estadísticas, casos concretos, etc.). Las voces real y verdadero no sirven para justificar proposiciones, sino para explicar su sentido. Cuando alguien (digamos un realista) expresa que “‘A’ es verdadero”, quiere dar a entender que “A” no es una broma, un chisme, una ironía o cosas por el estilo, sino la afirmación que surge de un dato cierto. Por supuesto que podría utilizarse la afirmación “Es verdadero” como mero artilugio retórico o como un intento de persuasión sin argumentos. Pero no es el caso del realismo.
En concreto, ¿es verdad que las categorías de clasificación de las enfermedades psíquicas han aumentado de la forma en que lo han hecho porque con los medicamentos correspondientes se gana mucho dinero? Dicho de otro modo, si no estuviéramos capacitados para responder a la pregunta por la verdad, tampoco estaríamos en condiciones de responder a preguntas sobre los intereses.
Esta mirada soslayaría por completo el hecho fundamental de que la primera proposición está verificada por toda una serie de observaciones, mientras que la segunda (que refiere a toda la tierra) es refutada también por una serie de observaciones.
En torno a la idea de “construcción de mundos alternativos” que se producirían por un uso exclusivo del lenguaje, debe decirse que es verdad que podría haber un lenguaje en el que no existieran los términos gravedad, cáncer o muerte. También podrían acuñarse términos que reunieran en una clase a hombres y pájaros y que no diferenciase entre caminar y volar. Sin embargo, todo ello no cambiaría en nada el dato puro y duro de que muchos seres, entre ellos los hombres, o como quiera llamarlos Gergen, se desplazan o arrastran por el suelo mientras que otros se elevan por los aires; o el dato, también puro y duro, de que las personas mueren de una enfermedad que se caracteriza por la rápida multiplicación de determinadas células.
En esta misma dirección, el realista por ser realista no deja de creer en la posibilidad de modificar el mundo, pero sí sabe que esa posibilidad está limitada por las leyes de la naturaleza, entre ellas la ley de gravedad. Pero precisamente por haber descubierto esa ley y tantas otras, los hombres han logrado mayor libertad para configurar el mundo.
El conocimiento de los límites que nos impone la estructura de la realidad ha sido condición de posibilidad para aumentar enormemente nuestra libertad para conformar esa realidad. Los intentos tendientes por hacerlo tienen mucho más éxito si se respetan las leyes naturales que si se ignoran o se va contra ellas. Por este motivo, cualquiera de nosotros (en su sano juicio) no salta de los edificios para bajar, sino que construye escaleras o ascensores.
A modo de coda
Si tuviésemos que sintetizar el planteo constructivista, podríamos decir que presenta la siguiente doble estructura: (a) sostiene el carácter constructivo de los procesos cognitivos humanos y (b) argumenta que el único mundo accesible para nosotros es construcción nuestra, y que nada podemos saber de una construcción objetiva. En otras palabras, la cognición humana es por naturaleza meramente constructiva y el único mundo que podemos conocer es el que hemos construido, no el que existe en sí u objetivamente.
Así, la primera afirmación es la razón para aceptar la segunda; y para el constructivismo social son los juegos lingüísticos,28 los que crean mundos. Aquí nuevamente aparecen inconvenientes. Uno de ellos es que hablar de construir pierde su sentido inteligible cuando no se prevé una instancia real que lleve a cabo la construcción. Quien dice que todo es construido no presenta una tesis nueva que merezca la pena discutir, sino algo ininteligible.
En suma, este breve análisis crítico-filosófico del constructivismo social no hubiera sido posible sin el acicate del libro Alternativas a la ética contemporánea: constructivismo y realismo ético de Carlos Massini-Correas, un texto en el que el autor repasa y condensa de un modo notable las diferentes perspectivas éticas; en el que ejerce una crítica sobre la confusión, pero no con un discurso visceral, sino como un pensador informado, meticuloso y veraz; un libro que abre horizontes al lector y, al decir del prologuista, una muestra de madurez intelectual.29
Referencias
1 Aristóteles, Metafísica, 995a 25-40. Citado por Oscar Torres Giménez, Comentario a la Metaphysica de Aristóteles (Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 2017), 209.
2 Aristóteles, Metafísica, trad. por Manuel Candel (Madrid: Gredos, 2014), 119.
3 Carlos Massini-Correas, Alternativas a la ética contemporánea: constructivismo y realismo ético (Madrid: Rialp, 2019), 17-18.
4 Ibid., 19.
5 Carlos Massini-Correas, Facticidad y razón en el derecho: análisis crítico de la iusfilosofía contemporánea (Buenos Aires: Marcial Pons, 2015), 107-122.
6 Massini-Correas, Alternativas a la ética contemporánea, 20.
7 Esta se centra en el significado que el cliente (ya no se habla de paciente) le da a su mundo y en la forma en que dicho significado configura su vida y genera sus dificultades. Robert Neimeyer, Psicoterapia constructivista (Bilbao: Desclée de Brouwer, 2013).
8 Guillem Feixas y Manuel Villegas, Constructivismo y psicoterapia (Bilbao: Desclée de Brouwer, 2000).
9 Martín Echavarría, “¿Objetivismo o constructivismo?: la teoría aristotélico-tomista del conocimiento como alternativa a la falsa opción cognitivista entre racionalismo realista ingenuo y constructivismo”, Sapientia, 218, (2006): 415-429 (comillas añadidas por el autor).
10 George Kelly, “Breve introducción a la teoría de los constructos personales”, en Psicología de los constructos personales, ed. por Maher Brenda (Barcelona: Paidós, 2001), 256-257.
12 Kelly Gergen, “Social psychology as history”, Journal of Personality and Social Psychology 26, n.o 2 (1973): 309-320.
13 Pablo López-Silva, “Realidades, construcciones y dilemas: una revisión filosófica al construccionismo social”, Cinta de Moebio, 46 (2013): 11-12.
14 Volker Gadenne and Daniel Romero, Filosofía de la psicología (Barcelona: Herder, 2006), 244ss.
15 Kelly Gergen, An invitation to social construction (London: Sage, 1999), 14.
16 Kelly Gergen, El yo saturado, los dilemas de la identidad en la vida contemporánea (Nueva York: Basic Books, 2001).
17 López-Silva, “Realidades, construcciones y dilemas”, 15-16.
18 Gergen, An invitation to social construction, 37.
19 Ibid., 39ss.
20 Ibid., 16ss.
21 Ibid., 47.
22 Ibid., 222.
23 Ibid., 223.
24 Ibid., 228.
25 Ibid., 31 y 228ss.
26 Rafael Alvira, “Metafísica y teología”, Thémata 26 (2001): 14.
27 Carlos Massini-Correas, Diccionario interdisciplinar austral, ed. por Claudia E. Vanney, Ignacio Silva y Juan F. Franck (2018), s. v. “constructuvismo ético”, http://dia.austral.edu.ar/Constructivismo_ético.
28 Kelly Gergen, Aportes para el debate y la práctica (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006), 100-101.
29 Massini-Correas, Alternativas a la ética contemporánea, 11.
Notas
Enlace alternativo
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