El kerygma de C. H. Dodd ochenta y cinco años después: síntesis y evaluación

Autores/as

  • Andrés Messmer

Palabras clave:

C. H. Dodd — Kerygma — Didache — Gospel — New Testament Theology

Resumen

Este trabajo provee una síntesis y una evaluación del ensayo programático de C. H. Dodd sobre el kerygma del Nuevo Testamento y de las interacciones y respuestas principales que ha recibido durante los últimos ochenta y cinco años. Aunque se ha modificado la tesis de Dodd en algunos aspectos secundarios, los expertos han confirmado la mayoría de su planteamiento, así demostrando que el kerygma temprano era bien difundido y estable enel cristianismo primitivo.

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Citas

Me gustaría agradecer al Dr. José Miguel García Pérez por leer este trabajo y por ofrecer su buena

crítica.

C. H. Dodd, The Apostolic Preaching and its Developments: Three Lectures (Londres: Hodder &

Stoughton Limited, 1936), 3-73.

Solo conozco una única obra disponible en español que comenta y discute a Dodd y su tesis

sobre el kerygma, y es una traducción del inglés: M. Green, La evangelización en la iglesia primitiva

(Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1997), esp. cap. 3. Es una traducción de la edición de 1970

y no de la edición revisada de 2003, y llegó a mis manos a través de César Vidal, a quien se lo

agradezco. Otros trabajos que a lo mejor tratan con el tema, pero que no podía consultar debido

a la dificultad de obtenerlos, son los siguientes: R. Obermüller, “El Evangelio según el N.T.”,

CuadTeo 11 (1954): 34-42; J. I. Vicentini, “El kerigma en el ministerio de la palabra”, RevBíb 32

(1970): 117-129; E. Nuñez, “El acontecimiento de la cruz en la predicación misionera de San

Pablo”, Christus 38, n.º 449 (1973): 24-31; E. Nuñez, “La salvación en el kerigma primitivo”,

Christus 38, n.º 455 (1973); 27-31.

C. H. Dodd, La Predicación apostólica y sus desarrollos, trad. J. Cosgaya (Madrid: Ediciones Fax,

. En las notas, haré referencia tanto a la edición inglesa como a la española.

Como escribió J. Vincent: “Apenas es posible dar alguna consideración de didache y kerygma

en el NT sin prestar atención a la obra de C. H. Dodd”. “Didactic Kerygma in the Synoptic

Gospels”, Scottish Journal of Theology 10, n.° 3 (1957): 263.

Quiero aclarar que mi extenso comentario de la obra de Dodd no implica una aceptación total

de su teología. Aunque con respecto a este tema mi crítica es positiva, no obstante, en otras áreas

es negativa.

Dodd, Apostolic Preaching, 3; Dodd, Predicación apostólica, 5.

Dodd, Apostolic Preaching, 3-4; Dodd, Predicación apostólica, 5-6.

Dodd, Apostolic Preaching, 4; Dodd, Predicación apostólica, 6. Esta definición de kerygma, dirigida

principalmente a no cristianos para que se conviertan, ha sido aceptada por otros expertos

importantes, pero sin suscitar mucha discusión. D. J. Selby, “The Pre-Literary Development of

the Kerygma” (tesis de doctorado; Boston University Graduate School, 1954), 1; R. Mounce,

The Essential Nature of New Testament Preaching (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1960), 65, 89-

, 133.

Dodd, Apostolic Preaching, 28; Dodd, Predicación apostólica, 17.

De hecho, asegura el opuesto: “La predicación apostólica adoptada por Pablo puede haber contenido,

casi seguro que contuvo, más que esto” (Dodd, Apostolic Preaching, 29; Dodd, Predicación

apostólica, 17).

Dodd, Apostolic Preaching, 19-20; Dodd, Predicación apostólica, 13. Cf. 1 Co 15,1-11; Gal 2,2.

Dodd, Apostolic Preaching, 25-27; Dodd, Predicación apostólica, 16-17.

Dodd, Apostolic Preaching, 37; Dodd, Predicación apostólica, 22.

Dodd, Apostolic Preaching, 38-43; Dodd, Predicación apostólica, 22-25.

Aunque Dodd vio que solamente Hch 3,21 era “el único pasaje en Hch 1-4 que habla de la

segunda venida de Cristo” y que fuera de Hch 10,42 no había “otra referencia explícita a Cristo

como juez en estos discursos” (Dodd, Apostolic Preaching, 43; Dodd, Predicación apostólica, 25).

Esto será importante para Dodd, luego, en su estudio.

Dodd, Apostolic Preaching, 47-50; Dodd, Predicación apostólica, 27-28.

Dodd, Apostolic Preaching, 52-53; Dodd, Predicación apostólica, 30.

Dodd, Apostolic Preaching, 53-63; Dodd, Predicación apostólica, 30-35.

Dodd mismo se refiere a esta sección como “deutero-Isaías”, pero es tanto anacrónico para el s. i

como debatible en la actualidad.

Es instructivo notar que Mounce señaló las mismas tres supuestas discrepancias que Dodd (aunque

no las trató en el mismo orden), y que también concluyó que no había ninguna verdadera

discrepancia entre Hechos y el material prepaulino (Mounce, Essential Nature, 110-115).

Dodd, Apostolic Preaching, 58-59; Dodd, Predicación apostólica, 33.

Dodd, Apostolic Preaching, 62; Dodd, Predicación apostólica, 34.

Dodd, Apostolic Preaching, 63-73; Dodd, Predicación apostólica, 35-39.

A. M. Hunter, “The Unity of the New Testament: The Kerygma”, Expository Times 58, n.° 9

(1947): 228.

K. Stendahl, “Kerygma und Kerygmatisch: Von zweideutigen Ausdrücken der Predigt der Urkirch–

und unserer”, Theologische Literaturzeitung 77, n.o 12 (1952): 715. Del mismo modo, Vincent: “Aparte de la crítica de la sobre-sistematización, la tesis de Dodd se ha ganado la aceptación

general” (“Didactic Kerygma”, 264).

R. E. H. Uprichard, “Preaching in the New Testament”, Foundations 9 (1982): 6.

J. McDonald, Kerygma and Didache: The Articulation and Structure of the Earliest Christian

Message (Cambridge: Cambridge University Press, 1980), 3.

“Ésta entonces es la visión mitológica del mundo que el Nuevo Testamento presupone cuando

presenta el acontecimiento de redención que es el sujeto de su predicación. Proclama en el idioma

de la mitología que el último tiempo ha venido ya. “En el cumplimiento del tiempo” Dios

envió a su Hijo, el Ser divino preexistente, que aparece en la tierra como un hombre. Muere la

muerte de un pecador en la cruz y efectúa expiación por los pecados de los hombres. Su resurrección

marca el comienzo de la catástrofe cósmica. La muerte, que es la consecuencia del pecado

de Adán, es abolida, y los poderes demoníacos son privados de su poder. El Cristo resucitado es

exaltado a la diestra de Dios en el cielo y hecho ‘Señor’ y ‘Rey’. Vendrá otra vez en las nubes del

cielo para acabar la obra de redención, y le seguirán la resurrección y el juicio de los hombres.

Y finalmente, el pecado, el sufrimiento y la muerte serán abolidos. Todo esto pasará muy pronto;

San Pablo cree efectivamente que él mismo vivirá para verlo”. R. Bultmann, “New Testament

and Mythology”, en Kerygma and Myth: A Theological Debate, ed. H. W. Bartsch, trad. R. Fuller

(Nueva York: Harper & Row, 1961), 2.

Bultmann, “New Testament and Mythology”, 41.

Para Bultmann, ni siquiera la resurrección de Cristo es importante: “Si el acontecimiento del día

de Pascua es en algún sentido un acontecimiento histórico por encima del acontecimiento de la

cruz, sólo es un aumento de fe en el Señor resucitado, la fe que produjo la predicación apostólica.

La resurrección misma no es un acontecimiento de historia pasada. Lo único que la crítica histórica

puede establecer es el hecho que los primeros discípulos llegaron a creer en la resurrección” (Bultmann, “New Testament and Mythology”, 42). De manera parecida, D. Templeton afirma

que, desde una perspectiva histórica, Jesús no resucitó, sino que sus discípulos tenían una “alucinación”

o una “experiencia visionaria de algún tipo”. A Critique of Some Aspects of Kerygma

as Understood by Rudolf Bultmann and Charles Harold Dodd: Kerygma and its Presuppositions

(tesis de doctorado, University of Glasgow, 1976), 67-71. Uno se pregunta si Bultmann y Templeton

han entendido pasajes como 1 Co 15,12-14 en su contexto teológico histórico.

W. Baird, “What is the Kerygma? A Study of 1 Cor 15 3-8 and Gal 1 11-17”, Journal of Biblical

Literature 76, n.° 3 (1957): 183.

Ver V. P. Furnish, quien escribe: “Para Pablo, predicar no es ni la explicación ni la narración

de ningún acontecimiento; es el Acontecimiento mismo. En la predicación, uno encuentra a

Dios de forma personal y decisiva. La proclamación del evangelio es dirección personal”. “Prophets,

Apostles, and Preachers: A Study of the Biblical Concept of Preaching”, Interpretation 17

(1963): 54.

En 1957, W. Baird podría hablar de “la escasez de referencias a la obra de Dodd” en las obras

teológicas bíblicas alemanas (“What is the Kerygma?”, 182).

Como resultado de la influencia de Bultmann, en Alemania y el continente europeo kerygma

típicamente se refiere al acto de la predicación contemporánea, mientras que en países de habla

inglesa y en los influidos por el inglés kerygma se refiere al contenido histórico encontrado en el

Nuevo Testamento.

McDonald, Kerygma and Didache, 6.

Bultmann, “New Testament and Theology”, 24.

W. Lane, después de repasar la contribución de Bultmann al estudio de kerygma, concluye:

“La reconstrucción de Bultmann es sumamente original y provocativa. Su disposición a batallar

con cómo comunicar el kerygma cristiano a sus contemporáneos debe ser encomendado. Pero

hay que enfrentar una duda preocupante antes de que su reinterpretación radical pueda ser aceptada.

¿No ha conseguido Bultmann destruir el kerygma mientras buscaba preservarlo? Parece

que ha buscado liberar el Evangelio de sus cadenas amputando sus extremidades”. “Gospel and

Commandment: A Study of the Apostolic Kerygma and Didache” (tesis de maestría, Westminster

Theological Seminary, 1956), 44.

McDonald, Kerygma and Didache, 3.

Por los motivos de este estudio, no se considerará el kerygma de Jesús.

Mounce, Essential Nature, 65-66.

Ibíd., 88-90.

O más bien, las cartas que luego se incluyeron en el Nuevo Testamento. No se sabe si Pablo

escribió otras cartas antes del comienzo oficial de su misión a los gentiles.

M. Hengel, “Christologie und neutestamentliche Chronologie: Zu einer Aporie in der

Geschichte des Urchristentums”, en Studien zur Christologie: Kleine Schriften IV, WUNT 201,

ed. C.-J. Thornton (Tübingen: Mohr Siebeck, 2006), 27-51; A. Messmer, “Referencias a Jesús en

las cartas de Pablo”, Alétheia 49, n° 1 (2016): 77. Creo que la tesis de Rainer Riesner con respecto

a la fecha de la conversión de Pablo es la más verosímil; basado en evidencia de varias fuentes,

argumenta que Pablo fue convertido aproximadamente dieciocho meses después de Pentecostés,

es decir, en otoño, 31 d. C. Rainer Riesner, Paul’s Early Period: Chronology, Mission Strategy,

Theology, trad. D. Stott (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1998), 3-4.

Selby, “The Pre-Literary Development of the Kerygma”. Por desgracia, los gráficos importantes

en las pp. 15 y 72 no fueron escaneados completamente, lo cual hace difícil valorar algunos

aspectos de sus datos. Por suerte, sin embargo, incluyó la información más importante en sus

apéndices en las pp. 192-193.

Con “otros escritos”, Selby se refiere a las epístolas pastorales y a 1 Pedro.

Selby, “The Pre-Literary Development of the Kerygma”, 7, 10, 18.

Ibíd., 10-17.

Parece que hay algunas discrepancias pequeñas entre la discusión de Selby de los textos en las

pp. 18-26 y su gráfico en la p. 28, y a veces es difícil saber qué gráfico incluye en su resumen (p.

ej., ¿Hch 5,28?). Aquí, estoy incluyendo solamente aquellos textos citados en su gráfico. Selby

también comenta algunos pasajes sinópticos (pp. 29-32), pero no los incluye en su estudio por

motivos metodológicos. Además, algunos pasajes (p. ej., Hch 9,19-22; 17,2-3) son una combinación

de testimonio directo y comentarios editoriales (p. 20), pero solo se incluyen en las

referencias indirectas.

Selby, “The Pre-Literary Development of the Kerygma”, 75-78.

Ibíd., 79.

Las obras más importantes son las siguientes: P. De Ambroggi, Le Epistole Pastorali di S. Paolo

a Timoteo e a Tito (Turín/Roma: Marietti, 1953), 10-37; C. Spicq, Saint Paul. Les Épitres Pastorales, 2.ª ed. (París: Gabalda, 1969), 157-214; D. Guthrie, The Pastoral Epistles, TNTC

(Leicester: InterVarsity, 1990), 17-62; W. Mounce, The Pastoral Epistles, WBC 46 (Nashville,

TN: Nelson, 2000), xli-cxxix; L. T. Johnson, The First and Second Letters to Timothy, AB 35A

(Nueva York: Doubleday, 2001), 55-90; D. A. DeSilva, An Introduction to the New Testament

(Downers Grove, IL: InterVarsity, 2004), 733-775; D. A. Carson y D. J. Moo, An Introduction

to the New Testament, 2.ª ed. (Leicester: Apollos, 2005), 554-587; S. E. Porter, The Apostle Paul:

His Life, Thought, and Letters (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2016), 411-431; J. Van Nes, Pauline

Language and the Pastoral Epistles: A Study of Linguistic Variation in the Corpus Paulinum

(Leiden: E. J. Brill, 2018). Me gustaría agradecer a mi amigo, Jermo van Nes, por las referencias

citadas aquí.

Estos números vienen de las pp. 72, 192-193. Mi fotocopia parcial de la p. 72 lo hace difícil

de interpretar. Se debe notar que Selby asegura haber encontrado los siguientes elementos en

Pe 1,10-12: antecedentes, carácter mesiánico, historia vital, efecto en los creyentes y papel

escatológico (ibíd). Se podría argumentar que el significado cósmico estaba presente también,

pero no fue incluido porque no era seguro (ibíd).

La cantidad de apariencias significativamente menor de material “antecedentes” provisto por

Pablo en sus epístolas se puede explicar fácilmente, creo, por el hecho de que el contexto general

de sus epístolas (dirigidas a cristianos de iglesias y no a no creyentes del mundo) y el contexto

específico en que las muestras del kerygma son encontradas no demandan ningún material de

“antecedentes” acerca de Jesús.

Aunque no lo dijo, Dodd está suponiendo que el “llamado al arrepentimiento” es para toda la

humanidad, y que los cristianos tienen la obligación de predicar.

L. O. Bristol también escribió un trabajo sobre el kerygma en Hebreos, pero el hecho de que

entiende el libro como “la predicación primitiva vertida en el molde de concepciones filosóficas

alejandrinas para ser mejor entendida por los lectores” afecta su evaluación entera de Hebreos, y

así sus conclusiones son muy distintas de las de Bruce, y en mi opinión, son incorrectas. “Primitive

Christian Preaching and the Epistle to the Hebrews”, Journal of Biblical Literature 68, n.° 2

(1949): 97.

F. F. Bruce, “The Kerygma of Hebrews”, Interpretation 23, n.° 1 (1969): 4. Desafortunadamente,

los otros trabajos de la serie de Interpretación dedicada al estudio del kerygma no comentan nada

de la tesis de Dodd: M. Barth, “The Kerygma of Galatians”, Interpretation 21, n.° 2 (1967): 131-

; M. Rissi, “The Kerygma of the Revelation of John”, Interpretation 22, n.° 1 (1968): 3-17; J.

Martin, “The Kerygma of Romans”, Interpretation 25, n.° 3 (1971): 303-328.

Bruce, “The Kerygma of Hebrews”, 7. Dicha elaboración debe ser vista como un desarrollo del

kerygma de Dodd, y no como un cambio a dicho kerygma.

C. F. Evans, “The Kerygma”, Journal of Theological Studies 7, n.° 1 (1956): 41, cf. también Templeton,

Critique, 115-129.

De nuevo, del mismo modo que Dodd, Mounce concluye que “no existen ningunas discrepancias

extensas entre el kerygma de Hechos y el de la tradición pre-paulina” (Mounce, Essential

Nature, 77, 100-101).

Selby, “The Pre-Literary Development of the Kerygma”, 19.

Ibíd., 29-30. Selby basó esta conclusión en una conversación personal que tuvo con H. J.

Cadbury.

Ibíd., 107. Sin embargo, en otros lugares, Selby parece implicar que un “patrón de argumento inicial”

era contemporáneo con el kerygma. Este argumento incluyó asuntos tales como las Escrituras, el poder

del nombre de Jesús para los milagros, el testimonio de Juan el bautista y el otorgamiento del

Espíritu Santo (Selby, “The Pre-Literary Development of the Kerygma”, 140).

Ibíd., 186.

J. P. M. Sweet, refiriéndose al trabajo de T. F. Glasson, “The Kerygma: Is Our Version Correct?”

(Hibbert Journal 1953), hace una pregunta provocativa: “[E]s el ‘kerygma esencial’ lo mismo

que el kerygma primitivo?” [“The Kerygma”, Expository Times 76, n.° 5 (1965): 145]. Se debe

notar que Glasson mismo propuso otras notas del kerygma con cinco puntos: (1) cumplimiento

de las Escrituras, (2) la muerte de Cristo, (3) la resurrección de Cristo, (4) el perdón de pecados,

(5) el testimonio apostólico [como dado en H. Poe, The Gospel and Its Meaning: A Theology

for Evangelism and Church Growth (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1996), 33-34]. De manera

parecida, G. E. Ladd afirma que el “centro focal” del kerygma primitivo fue “la muerte y

exaltación de Jesús” [A Theology of the New Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1993),

. William Lane, basando sus resultados solamente en los discursos de Hechos, aboga por un

kerygma de cuatro puntos: (1) la afirmación de que la edad escatológica ha sido inaugurada, y

de que Dios ha cumplido la promesa hecha por sus profetas (o, hablando a los gentiles, que Dios

es el Creador y Sustentador); (2) hechos redentores centrados en Jesús de Nazaret, y sobre todo

en el hecho de su resurrección; (3) una exigencia al arrepentimiento, para que se pueda recibir el

perdón de los pecados; (4) el hecho de que el testimonio personal confirme esta proclamación

(Lane, Gospel and Commandment, 90-91, 168, 197). Aunque no interactúa estrechamente con

la tesis de Dodd, D. M. Stanley aboga por un kerygma de tres partes: la consumación de la historia

religiosa de Israel, el testimonio apostólico y una invitación al arrepentimiento, a la fe y a

la recepción del bautismo cristiano y del Espíritu Santo. “Conception of Salvation in Primitive

Christian Preaching”, Catholic Biblical Quarterly 18, n.° 3 (1956): 241-252.

De forma parecida, M. Hengel ha escrito que “en la antigüedad era absolutamente imposible

predicar como Kyrios, Hijo de Dios y Redentor un hombre que fue crucificado – es decir, un

supuesto criminal – hace pocos años sin decir algo sobre él, quién era, qué enseñaba y hacía u

cómo y por qué murió”. “Der Ursprünge der christlichen Mission”, New Testament Studies 18,

n.º 1 (1971): 34, n.o 73.

W. Hatch, “The Primitive Christian Message”, Journal of Biblical Literature 58, n.o 1 (1939):

-7, 9. Hatch no provee un esquema en su trabajo; el esquema proviene de mi propia lectura del

mismo.

B. Gärtner, The Areopagus Speech and Natural Revelation, trad. C. H. King (Uppsala: C. W. K.

Gleerup, 1955), 30-32.

Bruce, “The Kerygma of Hebrews”, 3-4.

Poe, The Gospel and Its Meaning, 10, 45-56.

El bautismo y la primera cena del Señor normalmente ocurrían inmediatamente después de la

conversión; p. ej. Did 7-10, esp. 9:5.

Selby se acerca a la misma conclusión que Poe en este asunto, pero no es tan explícito como él.

Mounce, Essential Nature, 129-133.

También, hay que preguntar lo siguiente: si el kerygma se cambió dentro de los primeros tres

o cuatro años después de la resurrección de Jesús, ¿cómo llegaría esta versión del kerygma más

primitiva a los tesalonicenses en los últimos años de los cuarenta? Según la cronología de Dodd,

la “escatología realizada” ya habría formado parte del kerygma por unos quince años.

Mounce, Essential Nature, 132-133. Para más crítica de Dodd sobre este punto, ver E. Clowney,

Preaching and Biblical Theology (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing

Company, 1979), 22-24.

Vincent, “Didactic Kerygma”, 265.

Furnish, “Prophets, Apostles, and Preachers”, 35.

R. Worley, Preaching and Teaching in the Earliest Church (Philadelphia, PA: Westminster Press,

, 86. Se debe notar que estoy en desacuerdo con la crítica de Worley sobre la tesis de Dodd

en algunos puntos importantes (p. ej., que los discursos en Hch son la creación del autor, y que

cualquier unidad entre dichos discursos se puede atribuir a este solo autor).

Mounce, Essential Nature, 42-43. Del mismo modo, Sweet escribe que cualquier argumento

que separa muy marcadamente kerygma y didache “oculta el genio de la enseñanza cristiana, que

no es un código ético separado impuesto a los convertidos, sino una extracción de las buenas noticias, una delineación del Cristo proclamado” (Sweet, “The Kerygma”, 147). Klaas Runia escribe

del mismo modo: “El mensaje de redención no es solamente ‘anunciado’, sino que también

exige el desarrollo, la exposición de su sentido. En este sentido ‘enseñar’ y ‘predicar’ van juntos:

‘enseñar’ es la consecuencia necesaria de ‘predicar’. Pero no lo suplanta. No sólo lo presupone,

sino que también retoma los elementos que constituyen los contenidos de la predicación. Por

esta razón la marcada distinción de los dos conceptos, de Dodd, es insostenible. Sin duda hay

una diferencia de énfasis. En la predicación misionera, el κήρυγμα estará en primer plano. En la

predicación a la congregación, el énfasis estará en el desarrollo del mensaje, demostrando todas

sus implicaciones para la fe y la vida. Pero nunca debemos olvidarnos de que la congregación

cristiana también necesita oír el κήρυγμα de forma constante […] No hay ningún domingo en

nuestra vida en que no haga falta oír el asombroso mensaje del Padre que está esperando a su hijo

errante, como la final y decisiva Palabra de Dios para nuestra vida cristiana”. K. Runia, “What is

Preaching according to the New Testament?”, Tyndale Bulletin 29 (1978): 15.

Lane cita Ex 13,1-6; 20,2-17; Dt 26,5ss.; Sal 78,4-6.; 89,3-5.; 106,4-6.; Jr 2,4-6; Neh 9,6-8 (Gospel

and Commandment, 125, n.o 2).

Lane, Gospel and Commandment, 124-125. Luego, Lane vincula la relación entre el kerygma y la

didache con el Reino de Dios (ibíd., 130-135).

Como fue indicado, creo que se puede añadir con seguridad 1 Pedro.

Para un intento de armonizar este kerygma con el credo apostólico, cf. A. Messmer, “The Apostolic

Kerygma and the Apostles’ Creed: A Study in Compatibility”, St. Vladimir’s Theological

Quarterly 62, n.° 4 (2018): 373-381.

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Publicado

2020-08-14

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Artículos